lunes, 30 de agosto de 2010
por Wendy Pope

Miembro del Equipo de conferencistas
de Proverbios 31, Ministerios para la mujer

Salmo 27:14, “Pon tu esperanza en el SEÑOR; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el SEÑOR!” (NVI)

Lectura:

Vivimos en una cultura en la que si tenemos que esperar por algo, ¡pensamos que algo anda mal!

Pero David, el Salmista, conocía el valor de la espera, y cuán difícil es esperar. Un día, aparentemente de la nada, el profeta Samuel se presentó a la casa de Jesse para ungir a uno de sus hijos como el próximo rey de Israel. El hijo escogido fue David. La Escritura dice que desde ese día el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y que desde ese día estuvo con él (1 Samuel 16:13).

Después de tal acontecimiento, creeríamos que David corrió inmediatamente a tomar su trono. Pero en lugar de ello, él regresó corriendo al campo, a cuidar del rebaño de su padre. Y así inició su espera.

Durante este periodo, Dios preparó a David para el trono, y él aprendió muchas lecciones – lecciones que nosotras también podemos aprender:

1-Aunque Dios nos haya llamado y ungido, todavía debemos esperar Su tiempo perfecto para realizar este llamado. David tuvo que esperar 15 años antes de ser coronado rey de Judá.

2-Los caminos y pensamientos del Señor no son como los nuestros (Isaías 55:8). A pesar de haber sido ungido como rey, David tuvo primero que servir al Rey Saúl.

3-Dios no pierde el tiempo, sino que lo sostiene en Sus manos, y lo redime utilizando nuestras experiencias para un llamado futuro.

4-Si lo permitimos, la espera nos permite profundizar nuestra relación con Cristo. Muchos de los salmos que David escribió fueron escritos en el desierto y en cavernas, mientras esperaba el cumplimiento de las promesas del Señor.

5-Dios no ignora el clamor de sus hijos. El Señor jamás abandonó a David, y él escuchó su clamor. Y al tiempo indicado, David llegó a ser rey de Israel.

6-Nuestra espera cumple un propósito que va más allá de nosotras mismas. A través de sus salmos, David ha animado y bendecido a un sin número de creyentes a través de la historia.

¡Qué bellas y valiosas lecciones podemos aprender cuando esperamos! Y la espera se vuelve menos difícil cuando ponemos nuestra confianza en el Señor y en la obra que Él trabaja en nuestros corazones durante este periodo. Cuando rendimos nuestros planes a Sus pies, el Señor – a Su tiempo – nos muestra Su fidelidad y plan perfecto para nuestras vidas.

Amado Señor: Enséñame a esperar con paciencia. Deseo aprender a esperar en Ti y a confiar en que Tú cumplirás Tus propósitos para mi vida, a Tu tiempo perfecto. En el Nombre de Jesús. Amén.

Pasos para la aplicación:

Lee más sobre la vida de David y su espera, empezando en 1 Samuel 16.

Recursos relacionados:

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Puntos para reflexionar:

¿Cómo respondo inicialmente cuando tengo que esperar?

¿Durante periodos de espera, tiendo a acercarme o a apartarme del Señor? ¿Por qué?
¿Qué aprendí en el devocional de hoy sobre la espera?

Versículos que te darán fuerza:

Salmo 27:4, "Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR y recrearme en su templo." (NVI)


Isaías 40:31, "Pero los que confían en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán." (NVI)

Lamentaciones 3:24, “Por tanto, digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!»” (NVI)

© 2010 de Wendy Pope. Todos los derechos están reservados.


Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.


Wendy Bello, editora

Judith Hernández


Ana Stine   
 Natasha Curtis









lunes, 23 de agosto de 2010
por Luann Prater                                                                                           Miembro del Equipo de conferencistas                                                                   Proverbios 31, Ministerios para la mujer

Versículo clave:

Lucas 2:46 “Y aconteció que después de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.”
(LBLA)

Lectura:

Muy pocas personas llegan a dominar el “arte” de escuchar. Saber escuchar es la base de una buena relación, porque saber hacerlo da validez a la autoestima de una persona. Cuando realmente escuchamos a alguien, le estamos invitando a nuestras vidas y le estamos obsequiando una de las cosas más preciadas de hoy día: nuestro tiempo. De acuerdo con el Diccionario Webster, “escuchar” significa “prestar atención, oír, ocuparse de, esperar, considerar.”

La semana pasada estuve en un viaje de negocios. Cuando finalmente llegué a casa, a las once de la noche, estaba absolutamente exhausta. Mi dulce esposo vino a mí con los brazos abiertos para darme un fuerte abrazo, mientras mis dos hijas corrieron hacia mí para darme la bienvenida.

Durante las dos últimas horas en que manejaba hacia casa, soñaba con meterme dentro de mi cama. Pero nuestra hija de dieciséis años tenía otra idea. ¡Quería contarme tantas cosas! Durante mi ausencia, ella había iniciado su primer trabajo, había ido a una audición para una obra de teatro en la escuela y además tenía otros asuntos personales que anhelaba compartir conmigo. Cuando se dio cuenta de que me estaba durmiendo, su tono gentil y suave me dio a entender que ella podía esperar para contármelo todo después.

Cuando dejé caer mis maletas y me dirigí hacia la cocina, me di cuenta de que una sombra me seguía de cerca. Cuando me di la vuelta, me encontré un par de ojos azules. Puse mis brazos alrededor de mi hija. Ella se derritió en ellos y con un suspiro me dijo: “He extrañado tus abrazos, mamá”. Nos dirigimos al sofá para compartir un tiempo juntas.

¿Cuándo fue la última vez que realmente escuchaste a alguien? ¿Cuándo entregaste un cien por ciento de tu atención sin mirar al reloj ni a otras personas alrededor? ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste sin interrumpir para dar tu opinión? ¿Cuándo fue la última vez en que escuchaste atenta, cuidadosa y amorosamente?

Jesús, es nuestro ejemplo en todas estas cosas, pero muchas veces pasamos por alto esta importante lección: escuchar. Hoy te reto a estar en silencio y atenta a aquellos a tu alrededor. Simplemente escucha.


Mi oración para hoy:

Padre, gracias por nunca estar demasiado ocupado para escuchar mis oraciones. Enséñame a seguir tu ejemplo y a escuchar con un corazón amoroso para aquellos a mi alrededor que lo necesitan. Amén.

Pasos para la aplicación:

Busca a alguien que necesite ser escuchado. Dale toda tu atención por unos momentos. Ora con esa persona y por ella a través del día.

Recursos Relacionados:

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Puntos para reflexionar:

¿En qué relación en mi vida necesito escuchar con atención?

¿Cómo me siento cuando alguien realmente me escucha?

¿Creo que Dios verdaderamente me escucha?

¿Qué obstáculos impiden que yo escuche a Dios?

¿Cómo puedo convertirme en una persona que escucha?

Versículos que te darán fuerza:

Jeremías 29:11-12, “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. ” (NVI)

Isaías 55:2, “¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan, y su salario en lo que no satisface? Escúchenme bien, y comerán lo que es bueno, y se deleitarán con manjares deliciosos.” (NVI)

Proverbios 19:20, “El que oye consejo y acepta que lo corrijan, acabará siendo sabio.” (BLS)

Apocalipsis 13:9, “Si alguno tiene oído, que oiga.” (NVI)

Santiago 1:19, “Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse.” (NVI)

© 2010 de Luann Prather. Todos los derechos están reservados.


Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.

Wendy Bello, editora

Judith Hernández

Ana Stine 
Natasha Curtis
lunes, 2 de agosto de 2010
por Luann Prater
Miembro del Equipo de conferencistas
de Proverbios 31, Ministerios para la mujer

Versículo clave: 

"Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!"
Santiago 3:5 (LBLA)

Hoy lee el capítulo entero. Escribe el versículo. Memorízalo

Lectura:

Mi esposo me pidió que comprara gasóleo para el tractor.  Yo tenía la camioneta y él había colocado el recipiente del combustible en una caja para que no se volcara.  Ahora bien, yo mido 1 m 58 cm, ¿podemos empezar por ahí?  Hay cosas que aquellos que son más altos que yo pueden hacer que para esta chica verticalmente deficiente representan un desafío. Bombeé el combustible en su recipiente y luego intenté levantar el recipiente no solo hacia la plataforma de la camioneta sino por encima del borde superior de la caja.  Fue en ese momento que descubrí que la pequeña válvula estaba abierta.
Una taza de combustible escapó a través de ese pequeño orificio, y estratégicamente chorreó desde la parte superior de mi camiseta hasta la de mis pantalones.  ¡Me entró el pánico al pensar que mi celular podría sonar y prenderme fuego!  ¡Ese no era el tipo de llama que esperaba que Dios encendiera en mi vida!

Me refregué y me refregué en la ducha pero el terrible olor a combustible me había penetrado la nariz. 

Mis labios son como esa pequeña válvula.  Es una abertura tan pequeña, sin embargo el combustible que escapa por ella puede ser tan desagradable, mordaz y aún mortífero.  Los labios sueltos han sido bruscos con mi familia.  Tonos ásperos dejaron a amigos sintiéndose envenenados.  Palabras descuidadas aniquilaron el espíritu de un vulnerable niño. 

Santiago nos dice que nuestra lengua es un mal turbulento lleno de veneno mortal. ¡Ay!  Mi esposo no quería que yo derramara el combustible; teníamos la intención de darle buen uso.  Dios no quiere que usemos la lengua a menos que sea para animar y alentarnos los unos a los otros. 

Hace varios años tomé una muy pequeña pero alteradora decisión en mi vida.  Cuando un pensamiento hiriente me viene a la mente, aprieto los labios y me obligo a imaginar un botón de pausa.  Cuando me permito un segundo para pensar en el posible daño que podría acarrear el que 'dijera lo que pienso', le da tiempo al Espíritu Santo a controlarme el corazón y las motivaciones.  En ese momento de pausa me digo a mí misma, "Dios, toma el control de esta lengua".  Y Él lo hace. 

¿Lo logro todas las veces? No. Pero noto menos choques en mi vida, menos heridas, menos dardos con punta venenosa saliendo de mi boca. Y ya no huelo terriblemente a gasolina que yo agrego al fuego.
¿Quieres unirte a mi campaña? Detente. Sella la válvula y permítele al Espíritu Santo que trabaje a través de las palabras que dices. 

Mi oracion para hoy:                                                                                                                                       

Amado Señor, gracias por recordarnos que nuestra lengua puede destrozar corazones o enmendarlos.  Enséñanos a detenernos por suficiente tiempo para darle al Espíritu Santo la oportunidad de trabajar a través de nosotras. En nombre de Jesús, Amén.

Recursos Relacionados:

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Pasos para la aplicación: 

Antes de permitir el paso de comentarios negativos a través de tus labios hoy, oprime el botón de pausa. Ruégale al Espíritu Santo que tome el control. Pídele a Dios que te haga sembradora de paz.

Reflexiones: 

¿Por qué digo cosas de las que me arrepiento más tarde?

¿Cuándo le entregaré la lengua a Jesús?

¿Cómo puedo permitir que mis palabras animen y no destruyan?

Versículos que te darán fuerza:

Santiago 3:17, “Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía.” (LBLA)

Proverbios 17:15, “Gotera constante en un día lluvioso es la mujer que siempre pelea.” (NVI)

© 2010 de Luann Prater. Todos los derechos están reservados.

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.

Wendy Bello, editora
Judith Hernández  
Ana Stine     
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