viernes, 8 de marzo de 2013
Lysa TerKeurst
“Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a
Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.”
Hebreos 11:6 (NVI)
Lectura:
¿Alguna vez has
querido tanto algo que tu corazón te duele nada más de pensar en eso? Pareciera
como si la vida sería mucho mejor si lo tuvieras. Tendrías más felicidad.
Más complacencia.
Más plenitud.
Más satisfacción.
Más paz.
Nos vemos a
nosotras mismas con esto que deseamos, esta persona, esta oportunidad. Y de pronto
todo parece mejor. Si es así, ¿por qué Dios no nos da eso que tanto desea
nuestro corazón?
Porque él quiere
que voluntariamente se lo dejemos todo a él.
¡Ay!
Esa no es la
respuesta que queremos. ¿Por qué Dios deja que el doloroso deseo persista y no
hace que las cosas que queremos ocurran? Él podría hacer que pasen. Con
seguridad él puede. Pero cuando no lo hace parece tan injusto. No está bien. Es
confuso. Es tan fácil deprimirse cuando nos decepcionamos constantemente.
Esperamos que esto
pase… que conoceremos a la persona correcta… obtendremos este trabajo… finalmente
seremos curadas… tendremos esta oportunidad… veremos que este familiar mejore su
vida. Una y otra vez vemos que no sucede. Es entonces cuando es fácil caer.
Es muy fácil
sentirse lejos de Dios porque nos sentimos lastimadas por Dios.
Eso fue lo que me
pasó cuando el hombre con el que pensé me iba a casar me dijo que había conocido
a otra persona. Eso me pasó cuando no conseguí el trabajo que estaba segura
sería la respuesta a todos mis problemas financieros. Eso me pasó cuando mi
hijo no fue aceptado en la escuela privada que estábamos seguros iba a ser
perfecta para él.
Pero, en cada uno
de estos sucesos, con el tiempo tuve que tomar una decisión. Podía dejarme consumir
por mis deseos insatisfechos o podía recibir consuelo confiando en Dios.
Como una ofrenda de
confianza, debemos renunciar a aquello que fácilmente nos puede derribar. No
debemos renunciar como si fuera una rendición desanimada. Debemos renunciar
poniendo este deseo en manos de Dios y decir: “No importa lo que pase, veré tu
respuesta como la respuesta correcta y caminaré con confianza”.
Recuerda la promesa
de las Escrituras, él premia a aquellos que honestamente lo buscan: “Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera
que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes
lo buscan.” Hebreos 11:6 (NVI)
A veces me siento
tan cansada buscando mis deseos insatisfechos que me olvido de buscarlo a Él con
todo mi corazón. Pero entonces me pierdo sus recompensas. Y son sus recompensas
lo único que llenará el vacío en mi corazón. Sí, aún batallo con mis deseos
insatisfechos. Pero hoy no tanto como batallé ayer. Y eso es bueno. No es
fácil. Pero es bueno.
Querido Dios, yo sacrifico la búsqueda de estas cosas para buscarte a ti
plenamente y con atención. Renuncio a ser presa de este deseo. Te alabo a ti
por quien tú eres, por lo que solo tú puedes dar, y por la manera en que tú
llenarás cualquier grieta que esta renuncia pueda dejar. En el nombre de Jesús,
Amén.
Reflexionar
y responder:
La confianza
interviene y nos recuerda que nosotras nunca podremos aprender cómo vivir la fe
verdadera si nunca llegamos a necesitar fe verdadera.
Versículos
poderosos:
1 Timoteo 6:12,
“Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste
llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de
muchos testigos.” (NVI)
Hebreos 11:1,
“Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no
se ve.” (NVI)
© 2013 de Lysa TerKeurst. Todos los derechos están reservados.
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