martes, 18 de junio de 2013
Van Walton
“Pues el Señor tu
Dios vive en medio de ti. Él es un poderoso salvador. Se deleitará en ti con
alegría. Con su amor calmará todos tus temores. Se gozará por ti con cantos de
alegría”. Sofonías 3:17 (NTV)
Lectura:
Entré silenciosamente al cuarto de mi hijo; en medio
de las sombras podía apreciar ligeramente la forma de su cuerpo dormido. Podía
sentir la paz y la calma que provenían de su cama, muy diferente a la energía
que había derrochado en el transcurso del día. Mientras caminaba del respaldo
de la cama hacia la ventana desde la cual se puede apreciar el cielo, oré por
él; di gracias a Dios por este precioso niño, el mejor regalo que hemos
recibido mi esposo y yo. Empecé a enlistar sus cualidades: un niño pacífico, siempre
sonriente, un amigo leal, nunca una mala palabra y le pedí a Dios que siempre
lo cuide. Le rogué que lo protegiera “no permitas que nada malo le suceda,
mantenlo sano, pero aún más importante, mantenlo cerca de ti, Padre”.
Terminé mi oración y automáticamente salí del cuarto.
Me detuve en la puerta y me di cuenta de que en realidad no quería irme; me
deleité escuchando su respiración mientras transcurría el tiempo y grabé cada
característica de su inocente rostro. El simple placer de observarlo mientras descansaba
me llenó de una satisfacción que por mucho tiempo había anhelando pero que
nunca supe dónde encontrar. ¡Cómo amo a este niño! De pronto una canción me
vino a la mente, una canción que solía cantarle cuando era bebé “Skinny marinky dinky do, skinny marinky do,
te amo. Te amo en la mañana y te amo
en la noche…” terminé de cantarla y seguí con otra. No sé cuánto tiempo
estuve haciéndolo... Cuando salí del cuarto y cerré la puerta, me sentí
recargada, como si de alguna manera hubiera logrado algo muy bueno.
Observa a tus hijos la próxima vez que estén
durmiendo. Obsérvalos en sus momentos de quietud. ¿Te brinda placer verlos
dormir? ¿Apoco no sientes que tu corazón se desborda y se maravilla de un amor
incontenible? Y ahí están, apenas existen, pero tú sonríes con alegría y
orgullo. ¿No es eso amor incondicional?
¿No crees que Dios piensa lo mismo de nosotros? ¿Qué
no es eso lo que nos dice en Sofonías cuando nos recuerda que Él se deleita en
sus hijos?
La Biblia dice que Dios ama a sus hijos incondicionalmente.
No hay nada que podamos hacer para que nos ame más. Él nos ama porque somos de
Él. Los niños aprenden en sus clases de Biblia que “nuestro mayor objetivo
es el de glorificar a Dios”. Nosotros lo glorificamos cuando aceptamos que le
pertenecemos al tener una relación con Él.
Me parece difícil de creer que Dios pueda amarme y que
yo no pueda ganarme su amor. ¿Qué piensas tú? ¿En verdad crees que Dios te ama
tal como eres?
La próxima vez que dudes del amor que Dios te tiene,
rechaza ese pensamiento, aceptando Su verdad. ¡Él se gozará por ti con cantos
de alegría!
Padre, me
resulta difícil creer que soy tan valiosa como para ser alcanzada por el Rey de
los cielos, sin embargo tú alientas esa relación conmigo. Ayúdame a entender y
aceptar que Tú te deleitas en mí. Señor sé que no puedo hacer nada para que Tú
me ames más. Oro para que mi confianza y obediencia sean un ofrecimiento
aceptable, en el nombre de Jesús. Amén.
Recursos relacionados: Cuando compras algún recurso a través de los Ministerios
Proverbios 31 dejas una huella en la eternidad porque tu compra apoya las
diversas esferas que sin costo alguno ofrece este ministerio para dar
esperanza. Quisiéramos competir con los precios que ofrecen los enormes
almacenes que venden en línea, pero sencillamente no podemos hacerlo. Por lo
tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las compras que hagas con
nosotros. ¡Gracias!
Reflexionar y
responder:
¿Te resulta difícil aceptar el amor incondicional de
Dios? Haz un estudio de Biblia por tu cuenta. En tus apuntes encuentra cada
momento en el que se mencione el amor de Dios. Escribe los versículos y ora
pidiéndole a Dios que te abra los ojos a Su amor.
Si alguien que amas rechazara tu devocion ¿cómo
reaccionarías?
Cuando terminas un proyecto y la tarea está terminada
¿No te gusta admirar el trabajo terminado? A mí sí. Me pregunto si no es eso lo
que Dios siente por cada una de nosotras.
Judas 1:1, “…les escribo esta carta a todos los que han sido llamados por Dios Padre, quien los ama y los protege con el cuidado de Jesucristo.” (NTV)
1 Juan 3:1, “Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él.” (NTV)
© 2013 de Van Walton. Todos los derechos están reservados
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