sábado, 14 de diciembre de 2013

Micca Monda Campbell


“Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida."  Juan 9:3 (NVI)


Lectura:

Jesús tenía una manera única para aclarar malos entendidos y para ayudar a las personas a ver la verdad como debía de ser. 

Por ejemplo, en Juan 9, vemos a Jesús rechazar la explicación tradicional para el sufrimiento, luego de que sus discípulos señalaran a un hombre ciego y le preguntaran: “Para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?” (v. 2)  En otras palabras, ellos desean saber qué había hecho él para merecer su ceguera. 

“Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.”   Los discípulos miraron hacia atrás para hallar la razón por la cual este hombre era ciego.  Pero Jesús redirigió su atención hacia adelante y hacia arriba, con una nueva perspectiva.

Generalmente, nuestra forma de ver y explicar las cosas determina como respondemos a los retos de la vida.  Cuando nuestro enfoque es interno – en nuestra persona – o externo – en las circunstancias – respondemos con temor, inseguridad, quejas y desesperación. 

Sin embargo, Jesús redirige nuestras dudas y enfoque.  Y al hacerlo nos permite ver el sufrimiento bajo una luz distinta que refuta las tendencias tradicionales.  No todo el sufrimiento es consecuencia directa de nuestros errores.  El dolor sirve un propósito más alto en nuestras vidas.  No sufrimos – como generalmente se piensa – porque lo merecemos o por algo que hicimos, sino para que la gloria de Dios se revele en nuestras vidas.

El sufrimiento nos refina, y como dice el Apóstol Santiago, sirve para que seamos perfectos e íntegros, sin que nos falte nada.  El dolor nos mueve a buscar el corazón y la voluntad de Dios.  En lugar de preguntarnos: ¿Qué hice para merecer esto?, debemos preguntarnos: ¿Cuál es el propósito de mi sufrimiento? ¿Qué es lo que Dios desea hacer en mí a través de mi dolor?

En momentos difíciles animémonos la una a la otra a poner nuestro enfoque en el Cielo, pues dicho enfoque provocará en nosotras una respuesta al dolor que refleje nuestra confianza en el Señor.  ¡Su gloria será revelada en nuestras vidas!

Amado Señor: Dame una nueva perspectiva.  Ayúdame a ver la verdadera razón de mi sufrimiento.  Enséñame a confiar en ti.  Yo quiero que otros vean tu gloria y tu obra en mi vida.    En el Nombre de Jesús.  Amén.    

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Reflexionar y responder:
Escoge no mirar en el “retrovisor de tu vida” el día de hoy.

Pídele a Dios que te muestre el fruto de tu sufrimiento. 

Identifica las formas en que Dios está refinando tu fe y tu carácter, transformándote a su imagen.

¿Qué crees que el Señor está obrando en tu vida a través de tu sufrimiento?

El hombre ciego aprendió algo de Cristo, a través de la forma en que Él sanó su vista.  ¿Qué has aprendido tú sobre el amor de Cristo a través de su sanidad en tu corazón?


Versículos poderosos:
1 Pedro 4:12-13, "Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito. Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo." (NVI)


 © 2013 por Micca Monda Campbell. Todos los derechos están reservados.

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