lunes, 26 de agosto de 2013
Karen Ehman
“Cuando habla, lo
hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor.” Proverbios 31:26 (NVI)
Lectura:
Cuando estoy tratando de
controlar a alguien o alguna situación he notado que tengo un pequeño problema
para controlar mi lengua.
Por
ejemplo, el otro día tenía que lavar los
platos sucios. Si yo hubiera sido la persona que los lavaba, los hubiera lavado
en la secuencia correcta que aprendí en mi clase de economía doméstica, de
menos a más sucios. En cambio, era mi hijo, un inteligente preadolescente, quien
los estaba lavando.
Él no tuvo
una mala actitud cuando se le pidió que lavara los platos. No fue irrespetuoso,
y no arrastró los pies. Estaba haciendo el trabajo. Así que, ¿por qué me sentía
tentada a decirle en un tono áspero que estaba haciéndolo mal?
Porque él
no estaba haciéndolo a mi manera.
Comenzó
con las ollas y los sartenes sucios. Luego se trasladó a los platos y
cubiertos. Finalmente, tuvo que llenar el fregadero con más agua para que los
vasos quedaran brillantes. Mientras trabajaba, trató de colocar algunos vasos
de plástico en forma de una pirámide.
Al mirar sus
modos no convencionales, sentí una irritación por dentro de mí. Una reacción
cruel estaba tratando de salir; reacción que no estaba controlada por el
Espíritu Santo. Si no me hubiera dado cuenta a tiempo, hubiera abierto la boca
de mamá y hubiera dicho:
"¿Qué
estás haciendo? ¿No sabes que utilizas más agua para lavar los platos en ese
orden? Además ¡el agua ahora está asquerosa!"
"Deja de jugar acumulando las tazas. ¡Ay!
¿Por qué siempre tienes que jugar mientras trabajas? ¡Eres tan lento!".
¿Qué
estaba pasando realmente? Quería ser una controladora y disparar palabras que
habrían transmitido pensamientos silenciosos.
Creía que
la única forma de lavar los platos es mi forma.
Veía las diferencias
como algo malo.
Interpreté
que un preadolescente, siendo un preadolescente, con una pequeña distracción como
diversión, era lento.
Cada vez
que me descargo en mi hijo (o cualquier otra persona), tiene el potencial de
dañar nuestra relación y sembrar en su mente cómo su madre lo visualiza a él, dándole
el mensaje de que no tiene valor. No soy la mujer, del versículo clave de hoy,
que habla con sabiduría e instruye con amor.
Esto no contribuye
a un hogar feliz y poco a poco he aprendido que es mejor si estas situaciones
tienen una solución diferente.
Así que
vamos reproducir esa escena con una nueva dosis de perspectiva y una respuesta
que honra a Dios, controlada por el espíritu de acuerdo con Proverbios 31:26.
Cuando
veo a mi hijo lavando los platos en un orden ilógico, puedo tomar nota en mi
mente para explicarle una forma mejor de hacerlo que ahorre tiempo, dinero y
agua. Cuando haya terminado, puedo alabar sus esfuerzos, teniendo en cuenta su
edad y habilidades.
Intencionalmente
puedo señalar aspectos de su método en particular. "Vi la forma
inteligente en que acomodaste los platos. Siempre trabajas en una manera divertida.
Quisiera ser más como tú."
Mentalmente
me puedo hacer preguntas que mantengan mis emociones calmadas y "mi boca de mamá" sabia. Como...
¿Importa ahora o importará mañana?
¿Afectará la eternidad?
¿Estará Dios tratando de enseñarme algo? Si es así, ¿qué?
¿Puedo hacer una pausa y alabar en lugar de interrumpir e
instigar?
¿Realmente es una cuestión que debo abordar con mi hijo?
¿Soy una controladora y necesito soltar
el asunto?
La
interacción sería una experiencia de aprendizaje para ambos. No dañaría la
relación sino que se alimentaría. Sería prudente. Amable. Y no habría ningún
tiempo perdido, sin remordimientos y sin necesidad de llamar a las fuerzas de
paz de las Naciones Unidas para la intervención.
Esta mamá
sería menos controladora y más a la manera de Proverbios 31. Puede que no
llegue fácilmente a ser esta mamá, créeme, por lo general no es así, pero con
el Espíritu Santo, es posible.
Podemos
aprender a hablar con bondad y sabiduría de Dios. Y entonces no habrá necesidad
de ¡tapar mi boca de mamá!'
Estimado Señor, ayúdame a llenar mis palabras con tu
Espíritu Santo mientras hablo con mi familia hoy. En el nombre de Jesús, amén.
Cuando compras algún
recurso a través de los Ministerios Proverbios 31 dejas una huella en la eternidad
porque tu compra apoya las diversas esferas que sin costo alguno ofrece este
ministerio para dar esperanza. Quisiéramos competir con los precios que ofrecen
los enormes almacenes que venden en línea, pero sencillamente no podemos
hacerlo. Por lo tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las compras
que hagas con nosotros. ¡Gracias!
¿Cuál de las preguntas arriba mencionadas puedes hacerte
a ti misma cuando te ves tentada a controlar demasiado?
¿Cómo responderías de manera diferente la próxima vez que
te veas a punto de hablar de manera imprudente o cruel?
Versículo poderoso:
Salmos 139:4, “No me llega aun la palabra a la lengua cuando tu, Señor, ya la saber toda. “ (NVI)
© 2013 de Karen Ehman. Todos los derechos están
reservados.
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