sábado, 21 de diciembre de 2013
Lysa TerKeurst
“Vengan a mí todos ustedes que están cansados y
agobiados, y yo les daré descanso.” Mateo 11:28 (NVI)
Lectura:
Todos tenemos esos momentos en
que desearíamos que la voz de Dios nos dijera tan clara y fuertemente que no
hubiera forma de malinterpretarla: “ESTA ES LA DIRECCIÓN EN QUE QUIERO QUE
VAYAS”. Entonces sabríamos si seguir este en camino o enfocarnos en una nueva
dirección.
¿Alguna vez has deseado este
tipo de certidumbre? Yo sí
La mayoría de nosotras quiere
saber qué hacer. Sin esa confianza a veces nos quedamos en un determinado lugar
por mucho tiempo. Sin embargo, las pérdidas más grandes ocurren en aquellas
ocasiones en las que renunciamos demasiado pronto. Entonces podemos vivir con
este sentimiento persistente de “¿y si…?” ¿Qué hubiese pasado si hubiese sido
perseverante por un año más, un mes más, un día más?
Saber cuándo parar y cuándo
seguir intentándolo es una importante lección de vida. Una que quiero aprender
bien. Con frecuencia, entre más batallo, menos confiada me siento con el
siguiente paso que debo tomar. ¡Es muy agotador!
Pero la verdad es que no
necesito estar confundida ni cansada. Hay un lugar central al que puedo acudir
para obtener orientación y descanso.
En Mateo 11:28 Jesús nos anima: “Vengan a mí todos ustedes que están
cansados y agobiados, y yo les daré descanso.”
Yo solía frustrarme mucho con
este versículo porque pensaba: “yo no quiero descanso, ¡quiero estar segura!
Estoy agobiada por esta decisión que debo tomar. Y no quiero echar todo a perder por no tener una señal que venga de ti,
Dios.”
Pero el descanso que nos ofrece
Jesús no es una ayuda espiritual para poder dormir. La palabra griega para este
tipo de descanso es anapauo, y una de
sus definiciones es “de expectativa calmada y paciente”.
En otras palabras, Jesús te
está diciendo: si vienes a mí, tomaré
todo tu cansancio y tu incertidumbre y la convertiré en una espera calmada.
Pero ¿cómo?
Mi amiga Jennifer Rotschild
hace este ejercicio ilustrativo en algunas de sus conferencias. Le pide al
público que se imagine que escribe dos palabras diferentes en una pizarra
grande. Ella menciona las letras mientras dibuja las primeras palabras en el
aire: R-E-S-T (descanso, en inglés). Luego hace lo mismo para la segunda
palabra: R-E-S-I-S-T (resistir, en inglés). Al final pregunta, ¿cuál es la
diferencia?
La diferencia, obviamente, es
la letra “I” (Yo, en inglés).
Yo soy quien no sabe qué hacer.
Yo no puedo resolver esto. Yo estoy cansada. Yo he intentado todo lo que sé
hacer. Yo ya he dado todo lo que tenía para dar.
Conozco muy bien todas estas
declaraciones sobre mí, sobre mi “Yo”, porque yo misma las he dicho.
Nosotras sólo podemos encontrar
descanso del tipo anapauo (esperanza
fresca) cuando dejamos de correr cansadas y simplemente tomamos la siguiente
tarea que Jesús nos da.
En el versículo 29 de Mateo 11,
Jesús nos da esta tarea: cargar con su yugo y aprender de él. Pídele a Jesús
que te muestre cómo descansar en él. Puede que signifique que te sientes en
silencio, que le pidas a otros que se unan a ti en oración, o que dejes libre
tu calendario para leer la palabra de Dios. Una vez que estés tranquila, toma
el siguiente paso. No diez pasos. No todo el camino completo. No el mapa de
Google con la ruta trazada. Sólo el siguiente paso. Lo sabrás porque estará
alineado con el carácter de Dios y su palabra.
Realiza ese paso con excelencia
y con un corazón abierto y humilde. Escucha y busca todo lo que Jesús quiere
enseñarte en este siguiente paso.
Esta es tu parte de la
ecuación.
Pero después de esta tarea
viene la confirmación en el versículo 30: “mi
yugo es suave y mi carga es liviana.” No necesitamos tener todas las
respuestas, sólo necesitamos estar conectados a aquel que sí las tiene. Ahí
donde nuestra fuerza termina es el punto exacto donde su fuerza empieza.
Esa es la parte de la ecuación
que le corresponde a Dios.
Yo debo hacer todo lo que
pueda, y entonces confiar en que Dios hará todo lo que él puede hacer.
¿Debería quedarme? ¿Debería
irme? Quizá una mejor pregunta es “Dios,
¿cuál es el siguiente paso que debería dar hoy? Voy a hacer mi parte. Y confío
el resto a ti.”
Amado Señor, estoy cansada y no puedo entender todas estas cosas. Por
favor ayúdame a ver cuál es tu parte en esta ecuación. Ahí donde mi fuerza
termina es donde la tuya comienza. Ayúdame, Señor, a buscarte en mi siguiente
paso y yo te esperaré en calma.
Recursos relacionados:
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Reflexionar y responder:
Escucha y busca todo lo que Jesús te quiere enseñar en
el próximo paso que tomes. Determina cuál es tu parte en esto y dirígete a Dios
para encontrar la suya.
Versículos poderosos:
Salmo 16:9, “Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza.” (NVI)
Salmo 16:9, “Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza.” (NVI)
Salmo 51:12, “Devuélveme la alegría de tu salvación; que
un espíritu obediente me sostenga.” (NVI)
© 2013 de Lysa
TerKeurst. Todos los derechos están reservados.
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1 comments:
According to Stanford Medical, It's indeed the SINGLE reason this country's women get to live 10 years more and weigh on average 19 KG lighter than us.
(And really, it is not related to genetics or some secret exercise and really, EVERYTHING to related to "how" they eat.)
P.S, What I said is "HOW", and not "what"...
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