lunes, 29 de abril de 2013
Suzie Eller
“Ustedes han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por
diente.’ Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal.” Mateo 5:38-39a
(NVI)
Lectura:
Jack arrojó los papeles en mi escritorio. Sus
cejas se unieron en una línea recta mientras me fulminaba con la mirada.
—¿Cuál es el problema? —le pregunté.
—La próxima vez que quieras cambiar algo,
pregúntame primero —gruñó, dándose la vuelta.
Un pequeño cambio. ¿No era para eso que me
pagaban? Y no es que no me lo hubiesen advertido. Uno de mis compañeros de
trabajo me dijo: “Él es el responsable de que dos personas hayan dejado la
compañía”.
Con el paso de las semanas empecé a resentir a
Jack, aunque mi enojo iba en contra de lo que yo creía: dar la otra mejilla y
amar a mis enemigos.
Sin embargo, muchos días me sentía justificada.
Jack había tenido muchas oportunidades para ser amable, pero inevitablemente
lanzaba un insulto verbal en cada mejilla que le ofreciera.
Otros días me sentía convencida de pecado, y
oraba por mis sentimientos de indignación hacia Jack. Pero para ser honesta, yo
lo quería poner en su lugar, no amarlo.
Sabía que tenía que darle su merecido. Así que
fui a su oficina para decirle cómo me sentía.
Cuando abrí la puerta, Jack dio un vistazo.
—¿Qué? —dijo abruptamente.
Oré para que Dios me ayudara.
—Jack, nunca nadie me había hablado de la
forma en que tú lo haces. Como profesional, está mal. Y no es correcto que
permita que continúe así —le dije.
Verás, aún cuando yo quería aplicarle a Jack
un “ojo por ojo” para tratarlo de la manera en la que él trataba a los demás,
no pude. Porque antes el Señor me había mostrado algo que Jesús enseñó en Mateo
5:38.
Bajo la ley, el castigo debía corresponder al crimen.
Pero un grupo de hombres llamados los fariseos habían tomado esa regla
específica y la hicieron literal. Si una persona robaba una barra de pan, aún
cuando se estuviera muriendo de hambre, el castigo ya no correspondía al
crimen: ellos le cortaban la mano al ladrón.
En lugar de tratarnos ojo por ojo, Jesús dijo
que cuando nos encontráramos a alguien que nos hace algún mal (alguien que es
mezquino, mal amigo, alguien que ejerce autoridad sobre ti de manera
inadecuada, alguien con malos motivos) y que nos da una bofetada en la mejilla
derecha, en lugar de responder a la violencia con violencia, nosotros debemos
hacer lo contrario.
Recibimos a una persona mezquina con
generosidad.
Respondemos a una persona autoritaria con
paciencia.
Esto no era solo contrario a la interpretación
que los fariseos hacían de la ley, sino también una respuesta pacífica fundada
en el amor que presentaba autocontrol y gentileza a una ofensa.
—Jack, quiero hacerte una promesa. Yo te
trataré con respeto y amabilidad. Tú lo mereces. Porque es lo que hacen los
amigos. —Me retiré discretamente de la silla y cerré la puerta detrás de mí.
Un año después descubrí que tenía cáncer de
seno. Tenía 32 años, era la madre de tres hermosos niños y estaba asustada. Aún
después de la cirugía y terapias de radiación, el diagnóstico era desalentador.
La gente no sabía qué decir. Estaban
preocupados y temerosos por mí. Había días en que las noticias eran tan
sombrías que le pedía a Dios solo una palabra de esperanza.
El último día en el hospital, Jack se paró
incómodamente en el marco de la puerta. Caminó hacia mi cama y, sin decir una
palabra, dejó un paquete a mi lado. Adentro había varios bulbos.
—Tulipanes —dijo y aclaró su garganta—. Si los
plantas cuando llegues a casa, van a florecer en la próxima primavera. —Y luego
dijo arrastrando los pies—: Solo quería que supieras que creo que estarás ahí
para verlas cuando florezcan.
Sus palabras eran justo lo que yo necesitaba
oír. Me dieron esperanza.
Vi esos tulipanes salir de la tierra la
siguiente primavera, y la siguiente. De hecho, el mes pasado celebré 21 años de
sobrevivir al cáncer.
En un momento, años atrás, cuando oré por las
palabras y las acciones adecuadas, un hombre con muy pocas palabras dijo e hizo
todas las cosas correctas.
¿Y no es eso justamente lo que hacen los
amigos?
Amado Dios,
gracias por ser mi amigo, aún en esos días en los que soy arisca. Tú eres
paciente. Tú eres amable. Ayúdame a ser más como tú. En el nombre de Jesús, amén.
Cuando compras algún recurso a través de los Ministerios
Proverbios 31 dejas una huella en la eternidad porque tu compra apoya las
diversas esferas que sin costo alguno ofrece este ministerio para dar
esperanza. Quisiéramos competir con los precios que ofrecen los enormes
almacenes que venden en línea, pero sencillamente no podemos hacerlo. Por lo
tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las compras que hagas con
nosotros. ¡Gracias!
Poner la otra mejilla simplemente significa que respondemos a una acción
despiadada con piedad o paz.
Describe una manera en la que puedes responder de forma diferente.
Versículos poderosos:
1 Corintios 13:4-7, “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (NVI)
© 2013 de Suzie
Eller. Todos los derechos están reservados.
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