lunes, 27 de febrero de 2012
Van Walton,
Directora del ministerio latino
Mujer Proverbios 31


“Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” Deuteronomio 6:6-7 (NVI)

Lectura:

Mi hijito pequeño pegó su mano contra la ventana, con un deseo profundo de alcanzar las nubes fuera del avión.

“Quiero tocarlas.”

Con cada viaje por los cielos Aaron se interesaba más y más por las nubes. Desde la tierra abajo yo le había presentado a las “almohadas” que flotaban allá arriba. Ahora les daba una mirada de cerca mientras volaba con las “bolitas de algodón gigantes”. Y quería tocarlas.

En otro viaje luchaba con entender por qué se podían ver, pero no tocarlas.

Al crecer, con pensamientos un poco más profundos, durante su próximo vuelo me preguntó por qué se podían ver, parecían una cama grande llenada de almohadas, pero uno no podía brincar sobre ellas. Le deleitaba la idea de salir del avión y brincar sobre las nubes como si fueran un gran trampolín.

“Aaron”, intenté explicarle, “es complicado. No sé, pero sí sé que no se pueden tocar y no se puede saltar de una a otra”.

El niño no estaba listo para creerlo.

Explicar las nubes es un poco similar a explicar la realidad de Dios. Dios existe pero no se puede ver. No se puede tocar.

Es difícil explicarlo todo. Los niños no están listos para creerlo.

Entonces, ¿cómo les enseñamos la realidad de Dios, quien no se puede ver, ni tocar?

Salmos 19:1-4 es una enseñanza que nos puede llevar a ser madres maestras.

Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco. ¡Sus palabras llegan hasta los confines del mundo!

Una explicación corta y simple nos dice: “la naturaleza que nos rodea, confirma la realidad de Dios”.

Cuando mis hijos, o mis alumnos, tienen preguntas profundas como el asunto de las nubes me pregunto a mí misma: “¿Cómo puedo usar esto para presentarles a Dios?”

¡Y Dios me enseña a mí!

Regreso a otro día durante la niñez de mi hijo. Una tarde afuera, mientras yo colgaba la ropa para secarla al sol y la brisa, me di cuenta de que Aaron estaba disfrutando en el viento que bailaba con los pañales, las sábanas, con su pelo, con los árboles en el jardín.

Me senté en el suelo con él y le dije: “Siéntelo, se llama viento”. Le enseñé una palabra. Difícil, sí porque era la primera palabra que no se veía. Solo se sentía. “Viento,” repetí varias veces. Unas semanas después cuando, otra vez, le estaba explicando la palabra nueva expliqué: “Viento. No se puede ver, pero sí se puede ver el resultado del viento”.

Así es Dios. No lo vemos, pero su creación nos muestra los resultados de su presencia.

Volvemos a las nubes, gotas diminutivas de vapor condensado. Este vapor no se puede ver, pero cuando el agua clara y/o cristales de hielo se pegan al polvo en la atmósfera, se forman las nubes. Las nubes pueden ser de muchas formas diferentes y tamaños. Algunas nubes son grandes e hinchadas durante días calientes, y otras nubes traen la precipitación, como lluvia, granizo, nieve, y lluvia congelada.

Como madres es importante estar listas para explicar lo complicado a nuestros hijos, cuya curiosidad siempre está despierta.

Una mamá educada en la Palabra de Dios, la Biblia, encontrará las respuestas correctas para sus hijos.
“¿Por qué no puedo tocarlas, mami?”

“Es complicado”, le dije. “Las nubes son como Dios. ¿Te acuerdas la enseñanza del viento, cómo Dios es similar a las brisas que vienen y van? El viento no se puede ver, pero cuando pasa por agua o arena, se forma un túnel de viento y entonces sí se puede ver, pero no se puede tocar.”

Le explique: “Dios es fuerte como un tornado o un brote de agua. También es suave y cómodo, e invita a todos a que se acerquen a él, como las nubes.”

Amiga, te ruego que estés lista con las respuestas para tus hijos. Van a tener preguntas y van a darte a ti la primera posibilidad de contestar. Pero si tú no tienes la respuesta y si no estás disponible a charlar, tus hijos van a encontrar la respuesta. ¡Ojala que encuentren la verdad en el lugar donde vayan a buscarla!

Padre nuestro, gracias por tu Palabra donde nos animas a caminar y hablar con los niños que tú nos ha entregado. Gracias por el honor de criar hijos e hijas para tu gloria. Danos poder, confianza, y sabiduría en el nombre de Jesús, Amén.

Pasos para la aplicación:

Haz una salida a una librería cristiana y compra una Biblia juvenil para leer con la familia cada día.

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Más recursos

Puntos para reflexionar:

¿Cuándo fue la última vez que me senté quieta junto con mis hijos para leer y hablar de las cosas de Dios?
¿Tenemos una tradición de oración dentro en nuestra familia?
¿Mis hijos saben cómo hablar con Dios?

Versículos para recordar:

2 Timoteo 4:2, “Predica la palabra de Dios. Mantente preparado, sea o no el tiempo oportuno. Corrige, reprende y anima a tu gente con paciencia y buena enseñanza.” (NTV)

© 2012 de Van Walton. Todos los derechos están reservados.


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Wendy Bello, editora
Judith Hernandez
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Natash Curtis
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Veronica Young
lunes, 20 de febrero de 2012
Samantha Reed

"Job respondió entonces al SEÑOR. Le dijo: «Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de tus planes…De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos" Job 42:1-2, 5 (NVI)
         
Lectura:   

Algunas veces no confío completamente en que Dios ha preparado cosas buenas. Para mí, para mi familia, para mis amigos y para otros.

El año pasado estuvo inundado de casas reposeídas, pérdida de negocios, alacenas y tanques de gasolina vacíos para aquellos que yo amo. Se han enfrentado a intentos de suicidio, sobredosis de drogas y pérdida de seres queridos. Familiares y amigos han pasado por infidelidades en el matrimonio, hijos sentenciados a la cárcel, un segundo año de desempleo, carros dañados, iglesias dividiéndose y la lista continúa.

No estoy segura de que él pueda redimir el dolor, recuperar lo que se ha perdido, sanar todo lo que se ha roto. ¿En verdad él puede unir las piezas del año pasado y darnos un futuro de esperanza?

Ahora mismo las circunstancias muestran otra cosa, y si me guío por lo que dicen las circunstancias, estoy lista para creer que la respuesta es no, el Señor no puede.

Pero las circunstancias dicen cosas que pueden cambiar en un momento.

Y la realidad es esta: Dios nunca cambia. Su poder para dar un futuro y una esperanza nunca cambia. Su palabra nunca cambia. Entonces, cuando la vida nos envía olas de duda y desesperanza de la autoridad de Dios sobre las circunstancias, yo re-leo pasajes de su fidelidad y redención. Me vuelvo otra vez a la verdad.

Al mismo tiempo que la familia de Job, su hogar, sus cultivos y su salud se desvanecían…Dios estaba preparándose para darle el doble de todo lo que había muerto, le habían robado o se había dañado.
Cuando José era un esclavo y un prisionero…Dios lo estaba preparando para hacer de él el segundo al mando en Egipto.

Cuando Ruth estaba sin hogar,  una viuda…Dios estaba creando un hogar en el corazón de Booz para que ella fuera esposa, madre y la tatara-tatara-tatarabuela de su hijo.

Mientras Lázaro estaba atado a su ropa fúnebre…Dios estaba formado el soplo para darle una nueva vida.
En el momento en que David cayó en adulterio…Dios estaba haciendo los arreglos para que se levantara en arrepentimiento. 

Cada vez que Saulo crucificaba cristianos…Dios veía a Pablo predicando al Cristo crucificado.
Con cada golpe con el que Sarai hería a Agar…Dios veía a Sarah golpeando sus celos, su orgullo y dudas con el nacimiento de Isaac.

Cuando Ester era solo una niña  huérfana temblando de temor por su vida…Dios abrió el camino para que su hija hiciera temblar un reino y salvara a su pueblo.

Mientras Raab acogía a hombres en el refugio de su cama…Dios vio el refugio para los espías en su techo.

Cuando Pedro perdió su fe y negó a Jesús…Dios lo vio atrayendo muchos a la fe y proclamando al Cristo.

Mientras Moisés mataba al egipcio con su mano…Dios lo veía escribiendo los 10 mandamientos con esas mismas manos.

Cuando María vio morir a Jesús, ¡Dios vio a Jesús resucitado y sentado en su trono celestial!

No importa cuán terribles o deprimentes eran las circunstancias, Dios transformó cada una de ellas en un futuro de esperanza.

Nuestro versículo clave nos asegura que ninguno de sus planes puede ser frustrado.  A pesar de lo que esté pasando en la vida, estas historias de redención y esperanza dicen la verdad. Dios puede y lo hará: devolver, restaurar, reavivar y renovar. Él ve más que los problemas del presente y esta prendiendo una chispa de fuego para alumbrar tu futuro con esperanza.

Abrámonos a mirar cómo sus planes para el futuro se van haciendo realidad. Y creamos que él puede tomar cualquier circunstancia y usarla para bien y para su gloria. 

Amado Dios: Estoy tan agradecida de que no solo ves mi futuro, sino que tú lo has planeado. Gracias por tu fidelidad. Y por grabar estas historias de vidas en las que convertiste un pasado terrible en un futuro de esperanza. Te pido que hagas lo mismo por mis circunstancias. En el nombre de Jesús, Amén.

Pasos para la aplicación:

Abre la palabra de Dios y busca verdades de su poder y de sus buenos planes. Busca circunstancias parecidas a las que estás pasando ahora. Por ejemplo: si te han tratado injustamente; anímate con la historia de Daniel en el pozo de los leones. Si luchas con la infertilidad, encuentra esperanza en la historia de Ana; si estás orando por familiares para que se acerquen a Dios, anímate con la historia de la redención del hijo pródigo.
 
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Más recursos

Puntos para reflexionar:
 Independientemente de las circunstancias, declara: Dios está siempre de mi lado y está trabajando a mi favor. Hoy voy a dedicar un momento para escribir acerca de todas las veces en las que Dios fue fiel conmigo el año pasado.

Versículos que te darán fuerza:
Génesis 50:19b-20a, —No tengan miedo —les contestó José—. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios? Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. (NVI)

Salmos 40:5  Muchas son, SEÑOR mi Dios, las maravillas que tú has hecho. No es posible enumerar tus bondades en favor nuestro.  Si quisiera anunciarlas y proclamarlas, serían más de lo que puedo contar. (NVI)

© 2012  de Samantha Reed. Todos los derechos están reservados.  

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Wendy Bello, editora
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martes, 14 de febrero de 2012
Ana Stine
Miembro del Equipo Latino
de Proverbios 31, Ministerios para la mujer


“Sólo les pido que vivan dignamente, como lo enseña la buena noticia de Cristo”. (Filipenses 1:27a, TLA)     
         
Lectura:

¿Alguna vez te has preguntado: Qué debe “hacer” el cristiano?

Esta es una pregunta que yo me hice muchas veces luego de haberle entregado mi vida a Cristo.  En mi iglesia, mi pastor siempre nos decía: “El cristianismo no consiste en una religión, sino más bien en una relación con Jesucristo”. 

¡Qué bonitas sonaban las palabras de mi pastor!  Pero aunque yo entendía que reflejaban la importancia de fomentar una relación personal con Dios, aún me preguntaba: ¿Pero qué se supone que “haga” como cristiana?

Al empezar a estudiar las Escrituras me di cuenta de que la respuesta a esta pregunta era siempre muy simple.  ¡Nuestro Dios no es nada complicado!

En su primera carta a la iglesia de Tesalónica, por ejemplo, el apóstol Pablo elogió a estos hermanos por su conducta ejemplar, diciendo simplemente: “Los recordamos constantemente delante de nuestro Dios y Padre a causa de la obra realizada por su fe, el trabajo motivado por su amor, y la constancia sostenida por su esperanza en nuestro Señor Jesucristo”. (1 Tesalonicenses 1:3, NVI)

Fe, amor práctico, constancia, esperanza…  ¡Nada complicado!

Cuando un maestro de la ley de Moisés le preguntó a Jesús cuál era el principal mandamiento, su respuesta fue muy simple: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo."  (Mateo 22:37,39, NVI)

Creo que nuestra tendencia como seres humanos es complicar las cosas y sentir que debemos “ganarnos” el amor de Dios.  Pero al estudiar su Palabra, nos damos cuenta de que él ama a sus hijos de manera entrañable e incondicional.  Nuestra conducta, por tanto, tan solo debe reflejar un corazón agradecido, deseoso de obedecerle, amarle y darle gloria.

¡Así de simple!

Amado Señor: Te doy gracias por la simpleza del cristianismo.  También te doy gracias por tu amor inmerecido.  Lléname con tu Santo Espíritu, te ruego, para poder amarte a ti y a mis semejantes como tú me lo pides. En el nombre de Jesús.  Amén.

Pasos para la aplicación:

¿Sientes a veces que necesitas hacer algo para ganarte el amor o la aprobación del Señor?  Pregúntate por qué.

Busca en tu concordancia, o en línea, versículos bíblicos que hablen del amor de Dios.
 

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¿Qué hago ahora?

Más recursos

 
Puntos para reflexionar:

Lee el Salmo 15 y haz una lista de las formas en que el cristiano debe comportarse.


Versículos que te darán fuerza:

Miqueas 6:8, “El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?” (LBA)

Filipenses 1:27, “Sólo les pido que vivan dignamente, como lo enseña la buena noticia de Cristo. Porque, sea que yo vaya o no a verlos, quiero estar seguro de que todos ustedes viven muy unidos y que se ponen de acuerdo en todo, y que luchan unidos por anunciar la buena noticia”. (TLA)     

Filipenses 4:6, “No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos”. (TLA)

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lunes, 6 de febrero de 2012
Lynn Cowell
Miembro del Equipo
de Proverbios 31, Ministerios para la mujer


"Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos…?" Colosenses 2:20 (NVI) 
  
Lectura:


¿Por qué nuestras familias tienen que ser tan diferentes?


Cuando estaba en la escuela segundaria mi hija nos preguntó si podía pasar un fin de semana con una amiga. Mi esposo y yo no conocíamos a su amiga ni a sus padres muy bien. Y un factor todavía mayor, no conocíamos a la familia que irían a visitar. Nuestra respuesta al corazón entonces roto de la niña fue “no”. Ella no podía comprender y no lo entendía.


Incluso cuando estábamos tomando la decisión, una parte de mí tampoco lo entendía. Me cuestionaba a mí misma: “¿Por qué no puedes ser como otros padres? ¿Por qué tienes que ser cuidadosa y pensar en las cosas por adelantado? ¿Por qué tienes que tomar decisiones que les causan dolor a tus hijos?”


No era la primera vez que tenía esos pensamientos. Decir “no” a manejar sola para la casa de algunos amigos de la universidad. Decir “no” a enviar fotos por el teléfono.


Continuamente el mismo dilema corría en mi mente. No solo luchaba con querer que mis hijas encajaran sino con mi propio deseo de encajar.


Jesús nos pregunta en nuestro versículo clave: “¿Por qué luchan como si fueran de este mundo?” Luchar con cosas como:
  •  Dejar a nuestros hijos escoger ropa que esté de moda pero que también revela mucho, queremos que ellos encajen, ¿cierto? 
  • Darles a nuestros hijos lo que otros niños tienen: Teléfonos celulares, computadoras portátiles, ropa de marca. No queremos privarlos de eso, ¿cierto?
  •  Permitir a nuestros hijos libertades más allá de su edad y madurez, pero que otros niños tienen. No quisiéramos que fueran diferentes, ¿cierto?
En esta lucha Jesús nos anima:” Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9)

Escogido, santidad, una posesión especial. En cierto sentido, simplemente suena raro. Sin embargo, a mí me parece que raro es la idea que Jesús tiene para que nosotros modelemos a nuestros hijos de manera que ellos tengan el valor para ser raros también.

Eso no va a ir bien con cada decisión. Tal vez tu hija te gritó hace poco cuando le dijiste que esa falda estaba muy corta. O tu hijo tiró la puerta cuando se le pidió que apagara la televisión y no viera el programa que todos los chicos ven en la escuela.

¿Por qué quisiéramos ser raros cuando eso trastorna nuestra familia? ¿Por qué queremos sobresalir y ser diferentes?

Tomamos esa decisión difícil porque Jesús dijo que éramos pueblo escogido, somos de él. Y queremos que nuestros hijos también lo sean.

Detesto que el escoger ser rara haga que no les caiga bien a mis hijos. Pero me consuela saber que a Jesús sí le gustan mis decisiones. Él se enorgullece de que yo escoja ser modelo para mis hijos al mostrarles que somos  su posesión especial. Cuando Jesús está feliz con mis decisiones de ser rara, yo también estoy feliz.

Amado Dios, ayúdame cuando siento la presión de hacer, decir y ser todo lo que la sociedad dice que haga, diga y sea. Espíritu Santo, abre mis oídos para oír tu sabiduría, no solo cuando se trata de la familia sino en todas las esferas. En el nombre de Jesús, Amén.

Pasos para la aplicación: 

En las próximas 24 a 48 horas, probablemente te encontrarás en una situación donde tu familia será “rara”. Si esta situación envuelve una decisión con tu hijo, para un momento, e invita a tu hijo a orar contigo y a pedir a Dios sabiduría para ti.

Piensa en las decisiones que has tomado durante las últimas semanas. ¿Has tratado de encajar en el mundo a tu alrededor? ¿Has honrado a Dios con tus decisiones o escogiste no hacerlo?

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Quiénes somos

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Puntos para reflexionar:

El ser diferente, si somos humildes, puede abrirnos la puerta a la conversación con otros y así darnos la oportunidad de honrar a Dios y compartir “el por qué” somos raras.

Versículos que te darán fuerza: Santiago 1:5 “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie” (NIV)

© 2012  de Lynn Cowell.  Todos los derechos están reservados. 


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