lunes, 27 de diciembre de 2010
Miembro del Equipo de conferencistas

"...para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas."  
2 Corintios 2:11 (NVI)  
       
Lectura:

Ayer estaba en la agencia de vehículos motorizados con mi hija de 15 años y observé como la agente le hablaba a Ashley acerca de lo importante que es tomar buenas decisiones. Mi hija estaba tramitando su permiso de conductor aprendiz e iniciándose así en el mundo de los conductores adolescentes que con frecuencia da miedo. "Este año, vimos a 320 adolescentes perder la vida en accidentes automovilísticos fatales, por lo tanto queremos hacer todo lo posible para mantenerte segura", le dijo la agente a medida que le resaltaba a Ashley las varias reglas pertinentes para nuevos conductores.  Luego, le sugirió que firmara un contrato con sus padres que incorporara a estas reglas.

Nunca sentí ganas de abrazar a un funcionario de la agencia de vehículos motorizados. Pero, casi no contengo mi impulso de estirarme a través del mostrador y poner mis brazos alrededor de ella. Mi esposo y yo escribimos un contrato de conductor el cual le hicimos firmar a cada uno de nuestros hijos adolescentes. Estoy segura de que mis hijos creían que nuestro contrato se pasaba un poco de la raya. Después de todo, ninguno de sus amigos tuvo que firmar un documento de esa índole con sus padres. Por lo tanto fue bueno escuchar a otro adulto hablare a mi hija con la verdad. Y lo que más me gustó de su pequeño sermón acerca de la conducción vehicular segura fue el énfasis que ella le puso al hecho de tomar buenas decisiones. 

Cómo desearía poder ver el costo de cada una de nuestras decisiones tan claramente como el precio de la etiqueta de un artículo de venta en la tienda.  Si conozco el precio de algo, tomo decisiones más sabias.  Pero tenemos a un enemigo que confabula en nuestra contra de modo que el precio de las malas decisiones quede oculto hasta que ya es muy tarde.

A Satanás le gusta combatir, desanimar y destruir a nuestras familias.  Sus ataques no son simples intentos al azar para tropezarnos o hacernos caer.  El quiere destruirnos. Por eso, 
como padres, tenemos que pelear valientemente por nuestras familias.  Tenemos que hacer el esfuerzo intencional de enseñarles a nuestros hijos a pensar y analizar sus decisiones. Y también tenemos que intencionalmente demostrar con el ejemplo cómo se toman las buenas decisiones. 

¿Sabes por qué en 2 Corintios 2:11 las tácticas de Satanás se denominan artimañas?  Una artimaña es un programa, diseño o plan de acción.  Las artimañas de Satanás son planes bien pensados y analizados que están especialmente diseñados para lograr tres cosas:

1.  Aumentar tu deseo de algo que es ajeno a la voluntad de Dios.

2.  Hacerte pensar que el entregarte a la debilidad no es gran cosa.

3.  Reducir al mínimo tu capacidad de pensar y analizar las consecuencias de entregarte a la tentación.

Satanás es un maestro en lo que respecta a esconder ese costo hasta que ya es muy tarde.
Dulces hermanas, creo que vale la pena pensar en esto.  Y creo que vale la pena hablar de ello con nuestros hijos.  Piensa en ejemplos adecuados a la edad de tus hijos que ilustren lo costoso que es tomar malas decisiones.  Se real, abierta y valiente al hablarles de las distintas circunstancias de las tentaciones que encontrarán.

La señora de la agencia de vehículos motorizados sin duda fue audaz al explicarle lo costosa que puede resultar ser una distracción con el iPod, el teléfono celular o los amigos actuando en forma ridícula cuando una adolescente está manejando. Al oírla explicarle a mi hija el costo de las malas decisiones, sentí que estas "reglas" más que nada eran regalos que salvan.

Piensa en lo distinta que podría llegar a ser la vida si todos nos detuviéramos a hacernos esta pregunta, ¿Cuánto me costará esta decisión en realidad?  Si esta semana no aprendemos ninguna otra cosa ni les enseñamos nada a nuestros hijos, más que el hacerse esta pregunta, habremos invertido sabiamente.  Tan, tan sabiamente.

Amado Señor, reconozco que seguirte valientemente es tanto mejor que entregarse a una experiencia inmediata que no te agrada. Déjame ver con tus ojos para darme cuenta cuando se presenta una tentación en sus varios aspectos o máscaras. En nombre de Jesús, Amén.

Recursos Relacionados:
   

Pasos para la aplicación:
Satanás es un maestro en lo que respecta a esconder ese costo hasta que ya es muy tarde. Se honesta contigo misma y piensa en algunos de los costos que has tenido que afrontar en tu vida. Reconcíliate con estos costos y piensa en la posibilidad de contarles a tus amigos, hijos y a otros acerca de las lecciones que has aprendido.

Puntos para reflexionar:
¿Cómo puedo, ahora desde el lugar en el que estoy, tomar una decisión distinta en mi vida con algo que conlleva un costo? 

¿He tenido tiempo de tener en cuenta el costo?

¿He tenido tiempo de ayudar a una amiga, hijo o esposo analizar el costo de una de sus decisiones?

Versículos que te darán fuerza:

2 Corintios 2:4, "Les escribí con gran tristeza y angustia de corazón, y con muchas lágrimas, no para entristecerlos sino para darles a conocer la profundidad del amor que les tengo. " (NVI)

Proverbios 4:23, "Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida." (NIV)

© 2010  de Lysa TerKeurst. Todos los derechos están reservados.

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora
Natasha Curtis
Waleska Nickerson





lunes, 20 de diciembre de 2010
por Ana Stine, escritora certificada
Proverbios 31,
Minmisterios para la mujer 

Mateo 2:11, “Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra”. (NVI)

Lectura:

¿Qué piensas ofrecerle al Señor esta Navidad?

Cuando yo era niña, uno de mis programas navideños favoritos era “El Niño del Tambor”. Ésta es la triste, pero tierna historia de un huérfano que se une a los Reyes Magos mientras éstos siguen la Estrella de Belén.

La estrella dirige su camino hasta un humilde pesebre, donde la caravana encuentra a Jesús recién nacido, con sus padres María y José. El joven huérfano pronto se da cuenta de que este bebé es un ser extraordinario y se maravilla al ver los regalos que los Magos han traído consigo: oro, incienso y mirra.

El niño del tambor quisiera también dar un regalo a Jesús, pero él es pobre. Su corazón se llena de tristeza al pensar que no tiene nada que ofrecer.

Pero cuando Jesús empieza a llorar, el huérfano desea hacer algo por calmarlo. De pronto, una idea se le viene a la mente. “¿Puedo tocar mi tambor para Jesús?” el niño le pregunta a María. Ella le dice que sí, y él empieza a tocar. Esta dulce ofrenda de amor transforma el llanto del Niño Dios en una sonrisa.

¿Hay veces en las que te sientes como el niño del tambor? ¿Pobre y quebrantada, sin nada bueno que ofrecer? Quizás tú comparas tus talentos con los talentos de otras personas, y sientes que tu aporte jamás será suficiente.

Esta Navidad te animo a dar un paso de fe y a que traigas tu ofrenda al pesebre:

• Tu servicio

• Tu adoración

• Tu corazón

No importa cuan humilde o sencilla sea tu ofrenda, a los ojos de Dios será tan preciosa como oro, incienso y mirra. Y como la del niño del tambor, tu dádiva pondrá una sonrisa en el dulce rostro del Niño Dios.

Amado Señor: Tú conoces el deseo de mi corazón, y sabes que deseo servirte y alabarte. Acepta mi ofrenda de amor, esta Navidad y el resto de mis días. En el nombre de Jesús. Amén.
Pasos para la aplicación:

Haz una lista de los dones que Dios te ha dado. Toma un tiempo en oración para considerar la forma en que puedes rendir estos dones a Dios para servir a otras personas y glorificar Su Nombre.

Recursos relacionados:
¿Qué hago ahora?

Más recursos

Puntos para reflexionar:

Lee Lucas 2:8-20.
¿Cómo reaccionan los pastores al escuchar el mensaje angelical?
¿Cuál fue su respuesta después de haber visto al Niño Dios?

Versículos que te darán fuerza:

Salmos 51:16-17, “Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido”. (NVI)

Salmos 69:30-32, “Y a mí, que estoy pobre y adolorido, que me proteja, oh Dios, tu salvación. Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré. Esa ofrenda agradará más al SEÑOR que la de un toro o un novillo con sus cuernos y pezuñas. Los pobres verán esto y se alegrarán; reanímense ustedes, los que buscan a Dios!” (NVI)

Mateo 25:40, "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí." (NVI)

© 2010 de Ana Stine. Todos los derechos están reservados.
lunes, 13 de diciembre de 2010
por Melanie Chitwood                                                                                         Miembro del Equipo de                                                                                    conferencistas de Proverbios 31,                                                                         Ministerios para la mujer



Versículo clave:                                                                                              

1 Juan 1:5, "Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él”. (RVR)

Lectura:

Donde quiera que mire en esta época del año veo luces, luces llamativas que adornan el centro comercial y las calles, el resplandor constante de la luz de las velas durante nuestro servicio de víspera de Navidad y las luces deslumbrantes de la decoración exterior. Sin embargo, de todas las luces de Navidad, las que más me atraen son las luces blancas centelleantes de nuestro árbol de Navidad.

Una tradición que he disfrutado durante años es sentarme en mi silla favorita en la oscuridad de la sala y tener solo la iluminación de las luces del árbol de Navidad. Dejo que las luces del árbol me recuerden la luz más brillante de todas, Jesucristo.

La Biblia incluye numerosas referencias a la luz. Al leer estos versículos piensa en cómo Cristo ha sido una luz en este año que termina, o piensa en qué tipo de luz necesitas para esta temporada de Navidad. Deja que la luz de Cristo ahuyente cualquier oscuridad mientras te bañas en el esplendor de su luz.

Como el creador de la luz, permita que Dios cree luz en tu vida. (Génesis 1: 3)

Cuando estés temerosa, deja que su luz te haga valiente. (Salmo 27:1)

Si necesitas dirección, su luz te mostrará el camino. (Salmo 119:105)

Cuando estás en una situación difícil, la luz de Dios hace de los lugares escabrosos algo más suave. (Isaías 42:16)

¿Te sientes avergonzada o culpable? Acepta la luz del perdón de Cristo. (Juan 3: 19).

Ahuyenta la oscuridad de la desesperanza, la soledad, la desesperación, la falta de sentido, la confusión, el dolor o la ira mientras sigues a Cristo, la luz de la vida. (Juan 8: 12).

Sé un testigo de la luz de Cristo por la manera en que vives tu vida. (Mateo 5: 16).

Estimado Señor, gracias por tu luz. Renueva mi esperanza, alegría y confianza en ti cuando todas las luces de la Navidad me recuerdan que eres la luz del mundo. En el nombre de Jesús, amén.

Pasos para la aplicación:

Este año inicia una tradición de sentarte con tu Biblia bajo la luz suave de las luces centelleantes de tu árbol de Navidad. Mientras lo haces, piensa acerca del significado de la luz de Cristo para ti y para tu familia en esta temporada de Navidad. Utiliza los versículos de la lectura de hoy en un momento privado o del culto familiar.


Recursos relacionados:

¿Conoces a Jesús?

Más recursos    

Puntos para reflexionar:

¿Estás segura de que eres una hija de Dios? Dios nos promete salvación y una relación eterna con él cuando creemos en su hijo Jesús. Si deseas estar segura de una relación con Cristo como tu amigo, tu Salvador y tu luz, sólo tienes que hacer una oración. Él te ama mucho y anhela que descanses en la seguridad de su amor. Haz clic en ¿Conoces a Jesús? para obtener más información acerca de cómo tener una relación con Jesús.

Versículos que te darán fuerza:

Juan 8: 12, "Otra vez Jesús les hablo, diciendo: ‘Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino tendrá la luz de la vida.’ ”(RVR)

© 2010 de Melanie Chitwood. Todos los derechos están reservados.

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.

Wendy Bello, editora

Judith Hernández                                                                                                   Ana Stine
Natasha Curtis                                                                                                 Waleska Nickerson













lunes, 6 de diciembre de 2010
por Rachel Olsen                                                                                                Miembro del Equipo de conferencistas
de Proverbios 31, Ministerios para la mujer

1 Pedro 1:3 “¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva.”  (NVI)


Lectura:

Hay un momento que me da pavor cuando voy al médico para un examen físico. No es ponerme ese papel rectangular de seda que erróneamente llaman "vestido". No es que me pinchen el dedo para los exámenes de sangre, aunque eso me impresiona bastante. Es el momento justo después que la enfermera finaliza sus preguntas, agarra su tablilla con sujetapapeles y anuncia que el médico estará conmigo en breve. Cierra la puerta detrás de ella y me deja sola.

Ya sé lo que va a decir sobre mí; lo he leído antes. Va a decir que yo no estoy a la altura de las circunstancias. Que yo no estoy alcanzando mi potencial. Que yo no igualo mi ideal. Como el gráfico de estatura/peso que declara el peso perfecto para mi estatura…y me sobran unas cuantas libras.

No ofrece misericordia. No brinda ninguna gracia. No tiene en cuenta los años que tengo, cuántos bebés he tenido o el hecho de que mi esposo puede comer tres platos de comida cada noche sin ganar una onza. Exige perfección.
Hace unos años escuché un versículo que parecía ser el equivalente bíblico del gráfico de estatura/peso. Un solo versículo para medir mi valor y alimentar mis expectativas de perfección: "Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto"(Mateo 5: 48, NVI).

Pensé que este versículo justificaba que vistiera a mi familia con suéteres iguales a mediados de julio, para tomar la foto de la tarjeta de Navidad, porque yo tenía el corte de cabello perfecto. Pensé que justificaba el costoso tratamiento para blanquear los dientes porque tomo café y té, y se nota. Y pensé que sería mi defensa cuando enloquezco a mi familia con limpiar muy bien de toda la casa porque mi nueva amiga dijo que a lo mejor vendría de visita.

Aunque el versículo me vino bien cuando necesitaba justificar mi búsqueda de dientes perfectos, fotos perfectas o una casa perfectamente limpia, aumentó mi decepción, culpa y la aversión ocasional cuando mi vida, mi cuerpo o mi familia no coincidían con las nociones ideales en mi cabeza. En lugar de fomentar la perfección, alimentó mi autocrítica. ¡Sin dudas esa no era la idea de Jesús!
En los años desde que escuché el versículo he adoptado una convicción que dice así: Si Dios creó la vida, él solo puede definirla. Esta convicción me llevó a averiguar lo que Jesús quiso decir exactamente con "ser perfecto".
Mateo escribió este versículo. Y la palabra que él usó en el idioma griego antiguo significa algo un poco diferente que la definición inglesa del Sr. Webster. Aquí la palabra griega es teleos y que significa "completo, maduro, en desarrollo".

Las dos primeras partes de esa definición indican algo ya logrado, mientras que la tercera indica un proceso continuo. Así que esta perfección que Jesús nos receta ya está completa y aún así sigue en desarrollo. Completa en él; y todavía obrando en nosotros. ¡Se nos permite ser “una obra en construcción”!

Todas las partes de esta definición, sin embargo, se refieren a la madurez del carácter, en vez de a una figura perfecta, hogar inmaculado o la ejecución impecable de una tarea. A Jesús simplemente no le importa si hay polvo en nuestro tapete, una mancha en nuestros dientes, o un rasguño en nuestro coche. Él no está interesado en cómo nuestra colcha combina con nuestras cortinas; él está interesado en nuestra madurez espiritual. Jesús enseña que no podré encontrar mi valor en mi capacidad para llegar a mi peso perfecto o cumplir perfectamente con mi lista de tareas pendientes, sino en el hecho de que estoy aprendiendo a reflejar su carácter. Amablemente dar y recibir amor.

Esa es una buena noticia para una perfeccionista en recuperación. Además, como Juan escribe en 1 Juan 3:18-19 del mensaje: "Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad. En esto sabremos que somos de la verdad, y nos sentiremos seguros delante de él."

Amado Señor, ¡gracias por tu gracia! ¡Gracias por la misericordia! Gracias por capacitarme para ser como tú al someterme a tu palabra. Y gracias por no preocuparte por las motas de polvo o las camisas manchadas. Ayúdame a que no me importen tanto esas cosas y que enfoque mi corazón más en ti. En el nombre de Jesús, amén.


Pasos para la aplicación:

Pasa tiempo leyendo a través de los Evangelios, observa lo que era importante para Jesús y lo que no.

Recursos relacionados:

¿Qué hago ahora?

Más recursos

Puntos para reflexionar:

¿Qué cosas a nivel de la superficie te han preocupado últimamente?

Si no es cuestión de carácter, olvídalo como algo imperfecto y descansa en la gracia de Dios hoy.


Versículos que te darán fuerza:

Filipenses 3: 8 - 9, “Todo eso lo he dejado a un lado, y lo considero basura, con tal de llegar a conocer bien a Cristo, pues no hay mejor conocimiento. Y quiero que Dios me acepte, no por haber obedecido la ley sino por confiar en Cristo, pues así es como Dios quiere aceptarnos.”

© 2010 de Rachel Olson. Todos los derechos están reservados.

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.


Wendy Bello, editora

Judith Hernández
Ana Stine                                                                                                              Natasha Curtis
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