lunes, 14 de marzo de 2011
Presidente de Proverbios 31, Ministerios para la mujer
“Hacia ti extiendo las manos; me haces falta, como el agua a la tierra seca”.
Salmo 143:6, (NVI)
Lectura:
Hace unos años, me senté a platicar con una joven y bella mujer. Ella lloraba al pensar en todo lo que Dios le había regalado: Un amante esposo, un precioso bebé, amistades, un nuevo hogar que su madre le había ayudado a decorar… Y cómo su vida había cambiado en tan sólo seis meses.
A pesar de haber gozado de todas estas bendiciones, ella se había sentido vacía. Ella no sabía por qué, ni podía describir esa sensación. Varias amigas habían bromeado con ella y se lo adjudicaban a cambios hormonales, diciéndole que pronto le pasaría.
Pero no fue así.
Poco a poco se empezó a distanciar de su esposo, sintiendo que su amor ya no la llenaba. La duda y la inseguridad la asaltaban. Quizás él no era el amor de su vida. Quizás se casó demasiado joven. Quizás cometió un error al casarse con un hombre que tal vez no la amaba lo suficiente.
Luego ella conoció a un hombre que le decía las cosas que ella deseaba que su esposo le dijera. Y envuelta en una red de mentiras, se entregó a él.
Sus amigas sospechaban que algo andaba mal, ya que esta joven mujer empezó a dejar de ir a las distintas actividades de su iglesia. Pero ellas insistieron en invitarla a un retiro de mujeres, y para aplacarlas, ella decidió ir.
Durante el transcurso del retiro, los muros que ella había erigido para mantener a todos alejados empezaron a derrumbarse. Yo había sido la conferencista durante este retiro. El sábado en la noche, ella no pudo más y me pidió que nos reuniéramos a solas, para poder confesarme su pecado.
Esta desdichada mujer se sentía desesperada y deseaba saber cual era mi secreto, por qué yo lucía tan feliz y tan satisfecha con mi vida, tan segura del amor de Dios.
Ese fin de semana ella se dio cuenta de que lo que su corazón anhelaba no era el amor y la atención de un hombre, sino el amor de Dios.
¡Qué cierto es! Muchas de nosotras desperdiciamos tanto tiempo tratando de hallar amor, aceptación y satisfacción en lo que el mundo nos ofrece. Pero todo esto sólo surte efectos temporales. Lo que nuestra alma anhela es eterno, y sólo Dios puede suplirlo.
Y mientras continuemos buscando esta llenura por medio de otras fuentes, seguiremos sintiéndonos vacías e insatisfechas. El amor puro y eterno, el único tipo de amor que verdaderamente satisface, proviene de Dios.
Amado Señor: Por favor ayúdame a ver mi matrimonio como un regalo sagrado. Ayúdame a ser fiel y a comportarme en tal forma que traiga gloria a Tu Nombre y gozo y paz a mi hogar. Gracias, Señor, porque aún cuando yo cometo errores, Tú eres poderoso para perdonar y restaurarme. En el Nombre de Jesús. Amén.
Pasos para la aplicación:
Amada amiga, ¿podemos hacer un pacto juntas? ¿Podemos prometernos ser el tipo de mujer que reconoce los engaños del Enemigo y que es cuidadosa para no caer en la tentación cuando se torna vulnerable debido a su necesidad de sentirse amada?
Recursos relacionados:
Puntos para reflexionar:
Si hay algo o alguien que parece ser lo suficientemente atractivo como para desviar tu corazón de la verdad, ¿estarías dispuesta a compartirlo con una amiga cristiana para pedirle su ayuda?
Versículos que te darán fuerza:
Efesios 1:4 “Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él”. (NVI)
Mateo 19:26, “Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible”. (NVI)
© 2010 de Lysa TerKeurst. Todos los derechos están reservados.
Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora
Natasha Curtis
Waleska Nickerson
Veronica Young
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