lunes, 18 de abril de 2011
 Melissa Taylor
Miembro del Equipo de conferencistas


“Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez, no lo abandonará.” Proverbios 22: 6 (NVI)

Lectura: 

“No voy a registrarme en Facebook ni te voy a mandar mensajes de texto. Y no me los mandes a mí tampoco. Si quieres decirme algo, ¡tendrás que hablar conmigo! Ustedes ya no saben ni conversar”, dijo el abuelo. 

 Su nieta le respondió: “Pero abuelo, te estás perdiendo mucho de mi vida.”
 El abuelo replicó severamente: “No me importa”. 

 Esta conversación, que escuché por pura casualidad, se me quedó grabada por días. Apuesto a que al abuelo sí le importaba. Solo que no sabía cómo relacionarse con su nieta y la nueva tecnología probablemente le asustaba. Yo reconozco que a mí también me asusta. No me gustan los cambios pero tengo que aceptar el hecho de que el mundo está cambiando, me guste o no. 

 Cuando mis niños eran pequeños la hora de desayuno consistía en comida, oración y lectura de la Biblia juntos. No trabajaba fuera de la casa como hago ahora, así que tenía tiempo por la mañana para dedicarme solamente a mis niños. Ahora mi tiempo es muy diferente; no solo tengo que asegurarme de que los niños estén listos sino que yo también tengo que estar lista. Hay seis personas que corren de un lugar al otro, luchan por dos baños, agarran un bocado rápido y salen corriendo de la casa. Extraño los viejos tiempos cuando no estábamos tan ocupados. Extraño en particular el tiempo que dedicaba de manera intencional para enseñar a mis hijos lo que considero más importante: la Palabra de Dios. Me parecía mucho más fácil “instruir al niño” cuando eran pequeños.

 Una noche, mientras observaba a mi hijo Hayden que escribía mensajes de texto con sus pulgares con la velocidad de un rayo, un pensamiento me vino a la cabeza. ¿Marcaría una diferencia si les mandaba a mis hijos un mensaje de texto con un versículo de la Biblia cada día? Rápidamente deseché el pensamiento, pensé que era tonto mandar mensajes de texto a sus celulares cuando en realidad deberían leer la Palabra de Dios por sí mismos. Luego me acordé del abuelo. Su negativa a la nieta y la repuesta de ella diciendo que su abuelo estaba perdiéndose cosas de su vida me entristecieron. En ese instante decidí que no quería ser como él. 

 Mandar un mensaje de texto cada día con un versículo de la Biblia a mis hijos puede que no cambie sus vidas de manera radical, pero a lo mejor sí. Me pregunté: ¿Mandaría Jesús mensajes de texto si estuviera en este tiempo? 

 Mientras estaba en la tierra Jesús usó un lenguaje que su público entendía, en dependencia de dónde estaba y de la cultura de esa zona. Su propósito y mensaje no cambiaban, pero la manera en que los daba y presentaba a veces sí cambiaba. Él hacía lo que fuera necesario para alcanzar a la gente. Caminó, montó en animales, navegó y enseñó en hogares, en las colinas, en banquetes y a la mesa durante la cena. Apuesto que si hubiera sido posible en esa época, él habría mandado mensajes de texto también. 

 Hace alrededor de seis meses desde que empecé a mandar mensajes de texto a mis hijos. Usualmente recibo una respuesta como “gracias” o no recibo respuesta ninguna pero a veces me contestan con otro versículo. Les mando a todos mis hijos el mismo versículo para que si la oportunidad se presenta, podemos hablar juntos de este. Mandar mensajes de textos nos resulta porque estoy hablando su idioma. El mensaje no ha cambiado, pero la manera en que lo doy sí, a efectos de que sea eficaz. Mi hijo, Dylan, incluso me contó que a veces les manda el versículo a algunos de sus amigos.

Mandar mensajes de texto quizá no sea mi manera favorita de comunicarme, pero si ministra a mis hijos, no quiero negarme. Es solo otra manera más en la que puedo “instruir” a mis hijos. ¿Existe algo que Dios te está llamando a cambiar para que puedas comunicarte de manera más eficaz con alguien en tu vida? 

Querido Señor, el cambio es difícil para mí, pero si hay algo que te gustaría que cambiara por el bien de otros, entonces lo intentaré. Con tu ayuda todo es posible. En el nombre de Jesús, Amén.

Pasos para la aplicación:
Piensa en cómo puedes cambiar para comunicarte mejor con alguien en tu vida.

                                                                                                                                                   Recursos relacionados:

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                                                                                                                                                        Puntos para reflexionar:
Como mamá, ¿estoy haciendo todo lo que puedo para comunicarme con mis hijos?
¿Soy terca como el abuelo o dispuesta como Jesús?

Versículos que te darán fuerza:
Salmo 119:105, “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.” (NVI)
Mateo 19:26, “Para los hombres es imposible...más para Dios todo es posible.” (NVI)

Proverbios 31:28-29, “Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba: Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú superas a todas.” (NVI)


© 2010  de Melissa Taylor. Todos los derechos están reservados.

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Natasha Curtis
Waleska Nickerson
Veronica Young


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