miércoles, 14 de diciembre de 2011
“Confía
en el Señor de todo corazón, y no
en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus
sendas." Proverbios 3:5-6 (NVI)
Lectura:
Ayer fui a una
entrevista para un nuevo trabajo: Maestra sustituta de una escuela secundaria. ¿Que
valiente soy? Cuando salí, tenía un llamado completamente nuevo.
La cuestión
es, que yo no quiero un nuevo llamado. Me gustan los llamados con los que he
estado viviendo: esposa, madre, escritora de novelas, autora de libros de
niños. No pensé que Dios tuviera algo más debajo de la manga, y yo estaba contenta con eso.
El hombre que
me entrevistó me dijo que él tenía el don del discernimiento. Después hizo algo
que yo nunca había visto o experimentado: declaró una palabra sobre mí.
Este tipo de
cosas no pasan en la iglesia donde yo crecí. Para mí el don de discernimiento
significaba tener un gran sentido de saber si la enseñanza de alguien era
bíblica o no, o si alguien estaba diciendo la verdad. No quería decir que Dios
pudiera darle a alguien una visión de sus planes para mí. Sin embargo lo que
este hombre me dijo encajaba como una pieza de un rompecabezas en los cambios
por los que yo había estado pasando últimamente, tanto en lo personal como en
lo profesional. Mientras él hablaba, yo sabía que lo que él me estaba diciendo
era verdaderamente de Dios.
Pero no salí
de esa oficina entusiasmada. Es más, no estaba para nada emocionada con todo lo
que él me dijo, a pesar que habló directo a mi corazón. Se requería que yo
abriera mis manos y dejara ir cosas que había estado aguantando muy fuertemente.
Y para ser honesta, parte de mi realmente no quería.
Me gusta mi
vida como es. Recuerda, Dios, que yo no soy amiga de los cambios, aunque
signifique ver otro sueño hacerse realidad.
El asunto en
realidad es este: Lucho para confiar en Dios.
En mi novela Composing
Amelia [Arreglar a Amelia], Amelia
lucha con la misma cosa. Ella prefiere quedarse con lo que es familiar para
ella a confiar en el llamado de Dios, que a ella le gusta pero que no puede
visualizar en este momento.
Yo no quiero
ser como Amelia. No quiero ser de vista corta, dudando del deseo de Dios o de su
habilidad para bendecirme, ni resistirme al futuro que Él tiene para mí. Pero
mi falta de confianza, el miedo a lo desconocido y mi falta de disposición de renunciar a la vida
cómoda me amenazan con impedirme obedecer a Dios, y eso definitivamente no es
bueno.
Por lo que
tengo que tomar una decisión. ¿Creeré
que los planes de Dios son mejores que los míos? ¿Me arriesgaré a salirme de mi
zona de comodidad? ¿Creeré que los dolores al crecer valdrán la pena por las
bendiciones que vendrán? ¿Creeré que Dios realmente cuidará de mí? ¿O voy a
agacharme debajo de mi escritorio con los dedos en las orejas y hacer como que
la reunión de ayer nunca ocurrió?
¿Y qué de ti? ¿Qué
cambios está trayendo Dios a tu vida que te hacen apretar los pies y agarrarte
fuerte de lo que sea que necesitas soltar? ¿Crees que la recompensa vale la
pena del dolor? ¿O que el plan perfecto
de Dios vale la pena como para dejar atrás tu complacencia y tu comodidad?
¿Le crees? ¿O estás
escondiéndote y esperando que Él pase sin verte?
Lo no conocido
da miedo. Pero al final, por lo menos a mí, me asusta más el pensar en lo que
habría podido ser si yo no suelto lo que necesito soltar. Por lo que hago una
oración, abro mis manos, y miro más allá de lo que conozco, en la expansión del
futuro donde un gran símbolo de interrogación domina el paisaje. ¿Lo ves
también?
Hoy, escojamos
creerle a Dios sin necesidad de que entendamos o de que nos guste lo que Él nos
ha llamado a hacer. Sometámonos a Él, creyendo que el camino que Él nos llama a
tomar, siempre valdrá el riesgo, valdrá el esfuerzo, simplemente porque Él nos
ha escogido para eso.
Amado Dios, te alabo por tu amor y por tu deseo de verme crecer. Te
agradezco por la promesa en tu palabra de que siempre estás con nosotros, a cada
paso del camino, sin importar si te vemos o no, si te sentimos o no. Perdona
mis incertidumbres y mis dudas sobre el futuro, y dame la fuerza para dar el
paso que tú me estás llevando a tomar. En el nombre de Jesús, Amén.
Pasos para la
aplicación:
Toma tiempo un día de esta semana para memorizar el
versículo de hoy. Pasa algún tiempo orando o escribiendo acerca de una
situación a la cual puedas aplicar el versículo.
Recursos relacionados:
Cuando compras algún
recurso a través de los Ministerios Proverbios 31 dejas una huella en la
eternidad porque tu compra apoya las diversas esferas que sin costo alguno
ofrece este ministerio para dar esperanza. Quisiéramos competir con los precios
que ofrecen los enormes almacenes que venden en línea, pero sencillamente no
podemos hacerlo. Por lo tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las
compras que hagas con nosotros. ¡Gracias!
Puntos para reflexionar:
¿Hacia dónde me está llamando Dios a salir de mi zona de comodidad? ¿Qué me esté reteniendo?
¿Hacia dónde me está llamando Dios a salir de mi zona de comodidad? ¿Qué me esté reteniendo?
¿Qué me ayudará
a dar ese primer paso? ¿Algo de responsabilidad? ¿Marcar un día en el calendario
para comenzar? Determina qué ayudará y comprométete
a hacerlo esta semana.
Versículos que te darán fuerza:
Salmos 9:9-10, " El Señor es refugio de los oprimidos; es su baluarte en momentos de angustia. En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan." (NVI)
Salmos
56:3-4a, " Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y
alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo." (NVI)
© 2011 de Alison
Strobel. Todos los derechos están reservados.
Natasha Curtis
Veronica Young
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