lunes, 16 de julio de 2012
“Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea.” Santiago 1:19-20 (NTV)

Lectura:

Me habían mentido, traicionado y lastimado. Estaba muy enojada, y creía que tenía todo el derecho de estarlo.

Día tras día, el enojo trituraba mi deseo de perdonar. Aunque le había pedido a Dios que llenara mi corazón con misericordia, mi lista mental de razones por las cuales debería estar molesta tenía más importancia que mis oraciones vacías.

Era como si hubiera voces en mi cabeza que discutían unas con otras. Una tratando de convencerme de que yo estaba en lo correcto al sentirme enojada; la otra tratando de persuadirme de que tener misericordia era la mejor opción.

Durante meses la voz más fuerte era la que estaba alineada con mis emociones dañadas, y lamentablemente esa también fue a la que yo escuché. Sí, tengo derecho a estar enojada. Cualquiera estaría de acuerdo conmigo.

Al escuchar a la voz llena de amargura e incapacidad para perdonar, empecé a arremeter en mis acciones con impaciencia y crueldad. Oh, podía hacerme pasar por una buena chica cristiana por un rato, enmascarando mis sentimientos. Pero si se decía o se hacía algo que provocara mi dolor suprimido, mi hostilidad y mi resentimiento salían catapultados a la superficie.

Mientras leía este versículo de Santiago una mañana sentí que Dios me exhortaba a darme cuenta de la dirección engañosa por la que me estaban llevando mis emociones y del daño que me estaban ocasionando. No pude evitar notar esa parte que dice que “todos” debemos ser lentos para hablar y lentos para enojarnos.

Esta verdad de la Palabra de Dios no dejaba más espacio para mis excusas o mi indignación justificada, aún cuando yo sentía que mi enojo era válido porque habían sido injustos conmigo. Y luego, unos pocos versículos más adelante, leí Santiago 1:22: No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica” (NVI).


Yo sabía que desde una perspectiva mundana tenía todo el derecho a estar enojada. Pero desde la perspectiva de Dios, mi enojo estaba siendo añadido al pecado de la situación. Mi incapacidad de perdonar me estaba impidiendo vivir la realidad del evangelio en mi propia vida, la cual se logra extendiendo la misma misericordia y el perdón que Dios nos ha dado mediante Jesús.

A través de las palabras de Santiago, Dios suavizó mi corazón, haciéndome más consciente de que aunque había dicho que había perdonado a esta persona con mis palabras, todavía no la había perdonado con mi corazón y ya era tiempo de hacerlo y salir adelante.

En cada esfera de la vida, incluyendo cómo manejamos nuestras emociones más poderosas, Dios nos dice que debemos ser rápidos para escuchar (a él y a otros), lentos para hablar y enojarnos. Al aplicar estos principios a  nuestras relaciones nos convertimos en hacedores de su Palabra, y no solo oyentes, y esto nos lleva a la rectitud que Dios desea en cada uno de nosotros.

Amado Dios, por favor perdóname por albergar enojo en mi corazón. Equípame con una habilidad sobrenatural para perdonar a aquellos que me han lastimado y para proteger mi corazón cuando las emociones viejas amenacen con salir a la superficie. Arranca de mi corazón  el enojo y reemplázalo con alegría. Gracias por tu misericordia. Ayúdame a ser más compasiva gracias a ti. En el nombre de Jesús, amén.

Recursos relacionados: Cuando compras algún recurso a través de los Ministerios Proverbios 31 dejas una huella en la eternidad porque tu compra apoya las diversas esferas que sin costo alguno ofrece este ministerio para dar esperanza. Quisiéramos competir con los precios que ofrecen los enormes almacenes que venden en línea, pero sencillamente no podemos hacerlo. Por lo tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las compras que hagas con nosotros. ¡Gracias!

 

Reflexionar y responder ¿Te has sentido justificada en tu enojo hacia alguien?
¿Le pedirías hoy a Dios que te ayude sinceramente a perdonarlos con todo tu corazón, para que así puedas ser liberada del dominio de las emociones negativas?

Versículos poderosos:
Efesios 4:26-27, “Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo.” (NVI)

Efesios 4:30-31, “No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia.” (NVI)

© 2012 de Tracie Miles. Todos los derechos están reservados.  

 
Wendy Bello, editora  


Natasha Curtis
Veronica Young
Karina Córdova




Archivos del Blog

Buscar en este blog