lunes, 23 de julio de 2012

 
“La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte.” 2 Corintios 7:10 (NVI)

Lectura:

Mi corazón está decidido hoy a decir que es tiempo de renunciar.

No al ministerio.

No a una relación.

Sino a seguir criticando a alguien a quien yo quiero mucho. Lo extraño es que yo no soy una persona criticona, pero me he descubierto cayendo en un patrón en el que yo le doy a esta persona lo que ella me da.

Ella critica.

Así que yo empecé a criticar también. Bastante.

Y esta mañana me siento muy convencida de que necesito moldear una actitud y una perspectiva diferente hacia la vida.

El mes pasado mi pastor dijo algo muy convincente en su sermón: “Jesús no murió para que nos sintiéramos culpables. Él murió y luego resucitó para que nosotros cambiáramos.”
Ser cambiados.

Sentirse culpable significa sentirse mal. Es como un agujero temporal en el corazón.

Pero el cambio solo viene cuando nos arrepentimos. Estar arrepentido es una convicción más profunda para corregir y transformar de verdad nuestro comportamiento, nuestros hábitos, nuestras tendencias incorrectas.

En 2 Corintios 7:10 aprendemos que: “La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte”. De la cual no hay que arrepentirse,  son palabras poderosas.

Yo quiero una vida de la cual no tenga que arrepentirme.

Y pienso que hoy es realmente un buen día para arreglar algo que podría llevar a un montón de arrepentimiento.

Así que cada vez que sienta la necesidad de criticar voy a verlo como un llamado a cambiar mis palabras y volverlas palabras de apoyo.

Puede que todavía necesite arreglar algunos asuntos con esta persona pero lo haré enfatizando sus virtudes y las responsabilidades que vienen con esas virtudes, en vez de estarme enfocando constantemente en sus debilidades.

Por ejemplo: “¡Tú eres una gran influencia! ¿Has notado que cuando tú eres feliz los demás también son felices, pero cuando tú eres negativa eso realmente afecta a la gente a tu alrededor? Hoy necesito tu ayuda para mantener las cosas positivas. ¿Crees que puedes aceptar este rol de líder? ¿Cómo podrías ser una influencia positiva en esta situación?”
No soy tan ingenua como para creer que será fácil. Voy a necesitar gracia, cortesía. Ella también la va a necesitar. Pero al menos si yo estoy consciente de lo que necesito cambiar, el cambio empezará a ocurrir.

¿Necesitas renunciar a algún mal hábito, a alguna actitud negativa o tendencia errónea? Sé que yo sí. La próxima vez que se nos presente una oportunidad, recordemos las palabras de mi pastor: “Jesús no murió para que nos sintiéramos culpables. Él murió y luego resucitó para que nosotros cambiáramos.”

Amado Dios, estoy lista para renunciar. En lugar de palabras críticas quiero decir palabras gentiles y de apoyo. Por favor, ¿me ayudarías a hacer este cambio? En el nombre de Jesús, amén.

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Reflexionar y responder:                                                                                                             ¿Estás lista para renunciar a un mal hábito? Esta es una idea para empezar: cada vez que sientas la necesidad de criticar, cambia tus palabras por palabras de apoyo.

Hay una gran diferencia entre sentirse culpable y ser cambiada. Sentirse culpable significa sentirse mal. Es como un agujero temporal en el corazón. Pero el cambio sólo ocurre cuando nos arrepentimos.

Versículos poderosos:
Proverbios 16:24, “Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo”. (NVI)
 
© 2012 de Lysa TerKeurst. Todos los derechos están reservados.  


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