sábado, 5 de enero de 2013


Glynnis Whitwer

“‘Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra’ les dijo Jesús.” Juan 4:34 (NVI)
         
Lectura:

Yo soy buena para empezar proyectos. Especialmente aquellos que incluyen un viaje a la papelería donde puedo conseguir nuevos cuadernos, carpetas y plumas. El optimismo abunda al comienzo de algo nuevo. Luego nos pega la dura realidad.

Lo que al principio parecía divertido en realidad es trabajo duro. Llega el desánimo. Las tendencias perfeccionistas reprimen cualquier progreso. Y es más fácil darme por vencida que terminar lo que empecé.

Uno de mis problemas es la falta de concentración. Hay tanto que quiero hacer que mis pensamientos con frecuencia se dispersan. Me permito tomar múltiples direcciones, intrigada por las posibilidades de un proyecto nuevo y excitante. Además, algunas veces hago cosas solo porque sé que puedo. Este enfoque me deja con una lista de pendientes que, en serio, es imposible de lograr.

Terminar algo bien requiere cierta disciplina que no viene naturalmente, pero es clave para vivir una vida que sea manejable y que refleje las prioridades que Dios tiene para mí. Así que aunque mis libreros incluyen libros sobre productividad y manejo del tiempo, el mejor ejemplo de cómo terminar algo bien es Jesús.

Jesús es la imagen de enfoque y disciplina, especialmente en medio de mucha gente demandando su atención. En el evangelio de Juan leemos una historia sobre Jesús sentado cerca de un pozo mientras sus discípulos van por comida. Mientras esperaba, una solitaria mujer llegó a sacar agua y Jesús entabló con ella una conversación que cambió no solo su vida sino también la de todo su pueblo.

Ese día Jesús pudo haber alegado estar exhausto o frustrado. Había estado viajando, hacía calor y tenía hambre. Cualquiera de esos desafíos hubiese sido suficiente para distraerme. En vez de eso, Jesús puso su atención en esta mujer y terminó la tarea que Dios le había dado a él.

Después de reunirse con sus discípulos, ellos trataron de llevar a Jesús a comer. Él respondió: ‘Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra’ (Juan 4:34 NVI)

Jesús sabía lo que su Padre le había pedido que hiciera y estaba comprometido a terminar su obra. En este pasaje, Jesús es el modelo de tener claridad en nuestros propósitos, perseverancia y compasión; todas esas características que yo quiero.

Si sientes que siempre estás empezando cosas y que nunca las terminas, quizá te ayudaría enfocarte en solo una o dos cosas a las que Dios te está llamando hoy. No intentes resolver todo de una buena vez. Pídele a Dios que te muestre sus prioridades en tu vida, y concéntrate en dar lo mejor de ti en esos aspectos.

Cambiar los patrones de no terminar cosas que has tenido toda una vida va a tomar algo de tiempo. Pero he aprendido que cuando presento mis agobiados sentimientos a Dios, él me da la fuerza para perseverar.

Amado Dios, gracias por perdonarme cuando lo que hago no es suficiente. Ayúdame a ser como Jesús y a enfocarme en tu voluntad y tu obra. Muéstrame tus prioridades para mi vida. En nombre de Jesús, Amén.

Cuando compras algún recurso a través de los Ministerios Proverbios 31 dejas una huella en la eternidad porque tu compra apoya las diversas esferas que sin costo alguno ofrece este ministerio para dar esperanza. Quisiéramos competir con los precios que ofrecen los enormes almacenes que venden en línea, pero sencillamente no podemos hacerlo. Por lo tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las compras que hagas con nosotros. ¡Gracias!



¿Hay algo que sabes que Dios quiere que hagas pero que aún no has hecho? ¿Qué?

Identifica una o dos esferas en las que tú creas que Dios quiere que te enfoques este año. Pídele a Dios que te ayude a alinear todas las áreas de tu vida con sus prioridades para ti.

Versículos poderosos:
Hebreos 10:35-36, “Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido.” (NVI)

Santiago, 1:2-4, “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.” (NVI)

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