lunes, 6 de mayo de 2013


Van Walton

“Resplandecía de la gloria de Dios y brillaba como una piedra preciosa, como un jaspe tan transparente como el cristal.” Apocalipsis 21:11 (NTV)

Lectura:

Cuando visité el museo Smithsonian en Washington D.C, decidí ver un diamante especial. Sabía que el Diamante Esperanza, un diamante de 45.52 quilates, de color azul oscuro, el más grande del mundo, se podía ver en ese famoso museo. Ver aquel diamante, aunque fuera solo un instante, se convirtió en mi meta para ese día. Y así comencé mi búsqueda. Sabía que me iba acercando a ese tesoro invaluable pues veía una gran fila que entraba y salía de una pequeña sala. Lo sabía porque estaba siguiendo las señales que nos dirigían al salón donde había toda clase de piedras preciosas que seguramente dejarían a los espectadores boquiabiertos.

Pero estar en aquella fila era frustrante. El hecho de que avanzara lentamente me hacía prolongar más el deseo de verlo. Antes de acercarme a la urna que lo contenía, empecé a irritarme. Verás, yo deseaba detenerme y permanecer ahí el tiempo que deseara. No quería que alguien me empujara a verlo todo rápidamente. También me molestaba el hecho de que solo podía ver y no tocar, ni sentir. Solo ver a través de un cristal que me separaba de ese tesoro. La fila empezó a moverse rápidamente mientras una gran cantidad de gente pasaba rápido para ver esa grandiosa joya rodeada de otras piedras preciosas todavía más brillantes.

Mientras salía del salón, escuché muchas reacciones:

“¡Qué decepción! ¡Esperé en la fila por tanto tiempo para ver a un diamante enorme! ¿Y qué?”

“¿De qué sirve que esté ahí sin vida, sin utilidad, frío y duro?”

Y  yo pensé: “¿Por qué tanta euforia por esa roca? ¿Dónde está la esperanza en ese diamante?”

Por el resto del día medité mi encuentro con la gran piedra. Me fui con las manos vacías. No obtuve nada de ese encuentro. La experiencia de haber permanecido ante su presencia, ¡no me impresionó!

El Diamante Esperanza puede ser un tesoro precioso, pero yo conozco una Roca muchísimo más valiosa. Conozco la “piedra que fue rechazada” (1 Pedro 2:7), la única que es la Esperanza. No necesito hacer una fila detrás de otros para ganar mi acceso al trono de Dios. No tengo que esperar para verlo. Cuando me detengo para contemplar su rostro puedo quedarme tanto como lo desee y me siento bendecida. Puedo alcanzarlo y encontrar la vida que es eterna, que tiene un propósito, que me reconforta y que me llena de un corazón compasivo. Nunca me voy de su presencia con un sentimiento de vacío.

La próxima vez que tengas que hacer una fila para ver algo o alguien que presuma  ser lo más grande, lo mejor, lo más valioso, ganador, único, campeón… recuerda siempre mantenerlo donde debe estar. No esperes lo que no te pueda dar.  Podría decepcionarte.

En vez de eso, détente en el trono de Dios y espera cosas grandiosas y maravillosas.

Padre tú eres hermoso, ¡brillas! Perdóname por dejarme sorprender por algo que tú has creado. Tú eres el Creador, supremo y exaltado, valioso y digno de adoración. Ayúdame a recordar que solo tú superas mis expectativas, no hay nadie más. Ayúdame a aprender a ir a ti para que solo tú me llenes. En el nombre de Jesús, amén.

Cuando compras algún recurso a través de los Ministerios Proverbios 31 dejas una huella en la eternidad porque tu compra apoya las diversas esferas que sin costo alguno ofrece este ministerio para dar esperanza. Quisiéramos competir con los precios que ofrecen los enormes almacenes que venden en línea, pero sencillamente no podemos hacerlo. Por lo tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las compras que hagas con nosotros. ¡Gracias!

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Reflexionar y responder: 
Empieza a practicar el contentamiento.

Aprende a esperar por ese deseo de ser llenada por una vida santa orando constantemente, estudiando la Biblia cada día,  levantando alabanzas al Señor, y pasando tiempo con otros creyentes.
Versículos poderosos:                                                                                           Isaías 6:1, “…vi al Señor sentado en un majestuoso trono, y el borde de su manto llenaba el templo.” (NTV)
Salmos 24:3-5, “¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Sólo los de manos limpias y corazón puro, que no rinden culto a ídolos y nunca dicen mentiras. Ellos recibirán la bendición del Señor y tendrán una relación correcta con Dios su salvador. (NTV)
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