viernes, 21 de junio de 2013


Glynnis Whitwer

“Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.” Mateo 9:36 (NVI)
         
Lectura:

Nuestra camioneta se movía de un lado a otro, alrededor de las cerradas esquinas y subiendo empinadas montañas sobre Quito, Ecuador. No hubo ningún fresco aire de la montaña que nos recibiera mientras recorríamos cuidadosamente las calles. En su lugar nos envolvieron los fuertes olores de la basura, comida al aire libre y excremento de animales.

Mientras caminaba a través de las casuchas de lámina entendí el desamparo como nunca antes. No había apoyo del gobierno ni banco de alimentos en la calle. A menos que alguien interviniera en la vida de estas personas y les diera una mano amiga, ellas se quedarían atrapadas en la pobreza.

Algo cambió en mi corazón ese día. Yo siempre había estado comprometida con las misiones y el evangelismo de una forma académica. Tristemente, sin embargo, siempre hubo esta parte secreta en mí que pensaba que la gente podía… que de hecho debía… ayudarse a sí misma.

Esta experiencia cambió mi motivación para ayudar. Más que simple obediencia, la urgencia me invadió. Estaba empezando a entender la compasión de Jesús. ¿Fue esto lo que él sintió? El discípulo Mateo capturó el corazón de Jesús con estas palabras: “Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.” Mateo 9:36 (NVI)

Jesús vio el desamparo de aquellos que lo amaban. Lo entendí en una calle sucia al sur del Ecuador. Los desamparados no se pueden ayudar a sí mismos. Así como los perdidos no pueden encontrar el camino de regreso por su cuenta. Ellos necesitan alguien que les ayude en su desesperación, en su oscuridad, y que brinde esperanza y apoyo.

Mi corazón se encendió con un nuevo entendimiento. A Jesús no sólo le importan aquellos bajo el peso de la pobreza y la injusticia, aunque los ama desesperadamente. A él le importan todos los que se sienten desamparados. Como la mujer divorciada que se pregunta si alguien la volverá a amar. O el hombre que no puede encontrar trabajo. O el adolescente que busca aprobación y aceptación en todos los lugares equivocados.

Estos son los perdidos y desamparados que viven en mi calle. Y ellos necesitan oír sobre la esperanza que solo Jesús puede brindar.

Jesús les dio a sus discípulos una importante orden antes de regresar al cielo. Él les dijo: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,  enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:19-20 NVI)

Si cierro mis ojos me puedo ver a mí misma en otro camino de tierra lleno del olor de animales y comida, y puedo ver los ojos llenos de compasión de Jesús mirándome. “Glynnis”, él dice, “escucha con cuidado. Voy a regresar a mi Padre y necesito que vayas a aquellos que están desamparados. No todos lucen igual, pero no hagas ninguna suposición. Y no tienes que ir a ningún lado, porque voy a decirles a tus hermanas y hermanos lo mismo. Pero quiero que vayas adonde yo te mande.”

Esta orden ahora no es cualquier otro versículo de la Biblia. Ni tampoco va en mi lista de pendientes. Ha sido grabada profundamente en mi corazón. Ahora lo entiendo.

Amado Dios, perdóname por mi falta de misericordia. Ayúdame a ver a los desamparados, los que están perdidos y los que sufren a mi alrededor. Quiero tener tu corazón compasivo y estar dispuesta a ir adonde tú me mandes. En el nombre de Jesús, amén.

Cuando compras algún recurso a través de los Ministerios Proverbios 31 dejas una huella en la eternidad porque tu compra apoya las diversas esferas que sin costo alguno ofrece este ministerio para dar esperanza. Quisiéramos competir con los precios que ofrecen los enormes almacenes que venden en línea, pero sencillamente no podemos hacerlo. Por lo tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las compras que hagas con nosotros. ¡Gracias!


Lee Mateo 28:18-20. Este pasaje se llama “la gran comisión”. ¿Tiene este mandato de Jesús una alta prioridad en la mayoría de la vida de los cristianos? ¿Por qué?

Muchos cristianos leen este pasaje y piensan que deben viajar fuera del país para cumplirlo. Sin embargo, este mandato empieza en nuestros propios hogares, lugares de trabajo e iglesias. ¿Qué cambios puedes hacer en tu propia vida para empezar a cumplir este mandato de Jesús?

Versículos poderosos:
Salmo 91:1-2, “El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: ‘Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.’” (NVI)

Lucas 19:10, “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (NVI)

© 2013  de Glynnis Whitwer. Todos los derechos están reservados.  



Van Walton. Directora del ministerio para latinas
Judith Hernández, la voz latina  
Ana Stine  
Natasha Curtis
Waleska Nickerson 
Veronica Young
Karina Córdova
Cony Villareal
Diana Torres





Archivos del Blog

Buscar en este blog