lunes, 29 de julio de 2013

Van Walton

 Salmos 119:112, “Inclino mi corazón a cumplir tus decretos para siempre y hasta el fin.” (NVI)

Lectura:

Una alegre fiesta de bodas montada para celebrar a la nueva pareja en medio de la noche, envueltos de júbilo y a la luz de las velas.

La novia y el padre bailaban, acompañados del novio y su madre. Ojos de adoración rodeaban el lugar.

Finalmente las parejas jóvenes y mayores se acercaron a la pista de baile. Después de unas cuantas notas musicales, el DJ anunció: “Todas las parejas casadas desde hace un año o menos dejen la pista”. Luego pidió a los que tenían 5 años de casados o menos que dejaran su lugar. Y así continuó la invitación para las parejas de 10, 20, 30 años.

Mientras bailaba con mi esposo noté que quedábamos muy pocas personas.

“¡40 años!”, el DJ anunció a las últimas tres parejas que estaban bailando.

Cuando la canción terminó, nuestros amigos, sus hijos, ahora adultos jóvenes, y nuestro hijo se acercaron a darnos aplausos, palmadas en la espalda y “¡felicitaciones!”.

Muchos preguntaron: “¿Cuál es su secreto para seguir juntos?”

La pregunta no me sorprendió. A menudo escuchamos esa pregunta pidiendo sabiduría.

Me sentí honrada de compartir mis pensamientos con aquellas personas que apenas iniciaban la aventura del matrimonio.
  • Mantén la diversión y la aventura en tu matrimonio. “La vida es un regalo”, eso me lo enseñó mi madre.
  • Estén dispuestos a hablar lo que haya que hablar y a perdonar. “No dejen que amanezca estando enojados”, eso lo compartió mi Padre.
  • Rodéate de mujeres piadosas que te escucharán sin juzgar a tu esposo.
  • Conoce a tu esposo. El entender su personalidad y su lenguaje de amor me enseñó a evitar conflictos y a aceptarlo.


Durante la recepción de la boda, muchas personas dijeron: “¡Qué romántico… tantos años juntos!”

Su idea tan idealista del matrimonio me hizo reír. ¿Romántico? No tanto, yo más bien describiría nuestros años juntos como:

Muchas lágrimas por malos entendidos.

Egoísmo, soledad. Tiempos duros y difíciles, una lucha de emociones difíciles de entender.

Palabras dolorosas, momentos difíciles. Muchas oportunidades de compromiso. ¡Ambos éramos tercos!

Honestamente, cuando miro atrás, a los últimos 42 años, sé que el verdadero pegamento que nos ha mantenido juntos ha sido Dios, y el poder de su Palabra.

Cuando pensaba en querer dejarlo, leí que una esposa cristiana no debe dejar a su esposo. (1 Corintios 7:10)

Cuando me sentía sola, leí que Dios estaba conmigo. (Sofonías 3:17)

Cuando pensaba que yo tenía la razón y mi esposo estaba equivocado, leí que yo no debía enaltecerme. (Romanos 12:2-4)

Una mujer sabia me instruyó durante tiempos difíciles y me dijo lo siguiente: “El matrimonio es como un triángulo. ¿Quieres estar más cerca de tu esposo? Permanece cerca de Dios, conforme ambos alcancen la parte alta, no solo estarán más cerca de Dios sino que estarán cada vez más cerca uno del otro”.

Hace muchos años yo era una esposa joven que pedía consejos a las mujeres mayores ya casadas. Ahora he aprendido a dejar de mirar a mi matrimonio y a mi esposo y a empezar a mirar a Dios, su Palabra y mi corazón.

El matrimonio puede ser duro, pero es fácil cuando pasamos más tiempo enfocándonos en las verdades alentadoras de Dios y menos tiempo concentrándonos en las fallas de nuestros esposos. El día de hoy empecemos a practicar el dar gracias a Dios por las cualidades de nuestro esposo y a recordar por qué nos casamos con él.

Dios Padre, solo tú solo eres perfecto. Ayúdame a mantener mis ojos en ti. Yo sé que nadie es un compañero fácil para toda la vida. Recuérdame diariamente que debo frenar mi espíritu crítico. Ayúdame a ver a mi esposo a través de tus ojos. En el nombre de Jesús, amén.

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Visita el Blog de Van  para un mayor entendimiento de los diferentes tipos de personalidad y cómo impacta las relaciones.  

Reflexionar responder:
El matrimonio fue diseñado por Dios para ilustrar nuestra relación con su Hijo.

¿Ves a tu esposo a través de los ojos de aceptación y gracia de Jesús o a través de las necesidades que esperas que él cumpla?

Concéntrate en las fortalezas de tu esposo. Enlaza tus necesidades con esos aspectos de la personalidad de tu esposo.

Versículo oderoso: 10:5-9, “Esa ley la escribió Moisés para ustedes por lo obstinados que son —aclaró 
Jesús—. Pero al principio de la creación Dios “los hizo hombre y mujer”. “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo.” Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.” (NVI)

© 2013 por Van Walton. Todos los derechos están reservados.


Gracias por su ayuda en la traducción de esta lectura:

   y las que traducen las lecturas:
     Ana Stine  
     Natasha Curtis
     Waleska Nickerson 
     Karina Córdova
     Cony Villareal

A Judith Hernández, la voz latina 
   y las que ayudan con la traducción de radio programas:   
      Veronica Young
      Diana Torres


Van Walton. Directora del ministerio para latinas 


sábado, 27 de julio de 2013

Micca Monda Campbell

 “Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana.”              
2 Timoteo 1:7 (BLS)

Lectura:

¿Te has dado cuenta de cómo los comerciales de la televisión mezclan suficiente información con su producto para hacerlo creíble? Aunque a eso se le llama publicidad falsa, el producto parece convincente. No es hasta que compramos el producto y este falla que el fraude queda al descubierto.

De la misma manera Satanás se especializa en publicidad falsa. Él es bueno en hacer que nuestros temores parezcan verdaderos cuando en realidad no lo son.  ¿Significa eso que todos los temores son equivocados? No. El temor de estar parados en una montaña alta nos protege de acercarnos mucho al borde, perder el equilibrio y caernos.  Por otro lado, los fantasmas de Satanás están llenos de engaños. Usualmente nos incapacitan y nos impiden progresar. Este tipo de publicidad falsa puede  ahogar nuestra fe y aumentar nuestros temores.

¿Alguna vez te has preguntado dónde comenzó nuestras luchas entre la fe y el temor? Yo si lo he hecho. De acuerdo al autor y maestro Marlon Smith, el temor entró en la raza humana mediante una mentira satánica.

El Edén fue el primer lugar donde la serpiente engañó a Eva al distorsionar la palabra de Dios. El Señor le dijo a Adán: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás," (Génesis 2:16-17). Si él o Eva comían de ese árbol, sin dudas morirían espiritualmente. Eva no solamente comió del árbol del fruto prohibido sino que también le ofreció a Adán y él lo comió también.

Tan pronto como Adán desobedeció a Dios, la relación entre ellos cambió.  Adán no solo sintió temor sino que dudó de la autoridad de Dios, de su amistad y de su provisión. La mentira de Satanás le dijo a  Adán que él no necesitaba de Dios. De hecho Adán fue persuadido de que podía ser su propio Dios, autosuficiente en todas las cosas.

Lo mismo nos puede suceder a ti y a mí. Algunas veces tú y yo vivimos independientes de la presencia de Dios. Actuamos como si todo dependiera de nosotros. No nos atreveríamos a reconocer que estamos perdidos. Queremos dar la impresión de tener el control. Pero Dios nunca quiso que fuéramos por nuestra propia fuerza. Fuimos diseñados para mostrar su fortaleza en nuestras debilidades, mientras que él provee para nuestras necesidades. Fuimos creados para vivir como niños pequeños, dependientes del cuidado de nuestro Padre celestial.

Las veces en que insistimos en vivir nuestras vidas a nuestra manera, con nuestra propia fuerza, experimentaremos los mismos resultados de Adán y Eva. Viviremos con temor. Y es allí donde Satanás quiere que nos quedemos.

Si tenemos miedo de probar algo, entonces nunca lo haremos. Si el enemigo puede tenernos aguantados por el temor, no podremos desarrollar nuestro potencial ni marcar la diferencia en la vida de otra persona. Satanás sabe de lo que somos capaces en Cristo. Él nos envenena con temor para impedir que entendamos eso.

La verdad es que a lo que le tememos, casi nunca pasa. Este tipo de temor que se alimenta con las mentiras de Satanás puede describirse como evidencia falsa que parece real.

No se trata de que no nos preocupen ciertos aspectos de la vida como la seguridad y la salud. Pero cuando la preocupación se apodera de nosotros y nos mantiene despiertos toda la noche y cabizbajos durante el día, nos hemos mudado a un lugar donde nunca se suponía que viviéramos.

Debemos regresar a vivir en la presencia de Dios y a depender de sus promesas y su provisión. Solo entonces podremos distinguir entre la verdad y la mentira. Solo entonces nuestras vidas se caracterizarán por la fe y no por el miedo.

Mi oración para hoy:

Amado Dios, ayúdame a tener discernimiento entre los falsos temores y las verdaderas preocupaciones. Mientras memorizo tu Palabra, haz que tu verdad esté viva en mi corazón para que yo pueda luchar contra el miedo y vivir por fe. En el nombre de Jesús. Amén.

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Reflexionar y responder:
Determina si tus temores son verdaderos o si son una evidencia falsa que parece real. Si tus temores son reales, préstales atención.  Si son una estratagema del enemigo, lleva estos pensamientos cautivos y entrégaselos a Dios en oración.


¿Dudas de la provisión y la protección de Dios? ¿Por qué o por qué no? 

¿Estás viviendo independiente de la presencia de Dios o despreocupada bajo su cuidado?

¿Cómo puede eliminar tus temores el depender de los recursos y el poder de Dios?

Versículos poderosos:
Romanos 8:31: "Sólo nos queda decir que si Dios está de nuestra parte, nadie podrá ponerse en contra nuestra. (BLS)


Juan 14:27: "La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden…" (NVI)

1 Pedro 5:7: "Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.” (BLS)

© 2013 de Micca Campbell. Todos los derechos están reservados.


   y las que traducen las lecturas:
     Ana Stine  
     Natasha Curtis
     Waleska Nickerson 
     Karina Córdova
     Cony Villareal

A Judith Hernández, la voz latina 
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      Veronica Young
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Van Walton. Directora del ministerio para latinas


lunes, 22 de julio de 2013
Micca Campbell

“Señor, ábrele los ojos para que vea.” 2 Reyes 6:17a (NVI)
         
Lectura:

Cuando me convertí en madre soltera después de la muerte de mi primer esposo me encontré con mi mundo totalmente al revés. Mi vida era un acto de malabarismo entre organizar mis finanzas, mi hogar y ser un factor de estabilidad en la vida de mi hijo.

Las decisiones que había que tomar me asfixiaban, pero no había nadie más con quien consultarlas. ¿Qué deudas había que pagar primero? ¿Debería trabajar fuera de casa? ¿Cuál es la mejor escuela para mi hijo?

Entre más trataba de averiguarlo, más temerosa me sentía. La mayoría del tiempo evitaba las presiones de mis preocupaciones y dudas acurrucándome en la cama y durmiendo. La carga era enorme y el temor enemigo me rodeaba.

Me sentía contra la pared, exhausta y sola.

La verdad es que quizá yo me sentía sola, pero no lo estaba. Dios estaba ahí. Sabía que tenía que dirigir mi atención hacia él en lugar de hacia mis circunstancias. Sabía que Dios no me dejaría caer. Sabía que él estaba consciente de mis preocupaciones y le interesaban. Así que le pedí ayuda y le pedí que abriera mis ojos para que pudiera ver su providencia. Oré:

“Dios, confío en que estás conmigo. Sé que tú nunca me dejarás ni me abandonarás. No estoy sola. Tú me cuidas. Tú eres mi sostén y tienes un plan perfecto para mí. No debo tener miedo, porque tú eres fiel.”

Mi oración terminaba pidiéndole a Dios que abriera mis ojos para que pudiera ver todo aquello por lo que había orado y profesado con mi boca.

Él hizo eso por Eliseo y su amigo en 2 Reyes 6:17. El rey de Siria estaba en guerra con Israel. Durante este tiempo el profeta Eliseo y otro hombre de Dios espiaban continuamente al rey de Siria y reportaban su estrategia al rey de Israel. Cuando el rey de Siria descubrió que Eliseo era quien estaba informando de su plan a Israel, mandó jinetes y carrozas de noche para rodear el campamento de Eliseo y capturarlo.

Cuando Eliseo y el hombre de Dios despertaron y vieron que estaban rodeados por el enemigo, el hombre de Dios gritó lleno de terror, “¿Qué debemos hacer?” (2 Reyes 6:15, NVI), Eliseo respondió “No tengas miedo. Los que están con nosotros son más que ellos” (2 Reyes 6:16, NVI).

Entonces Eliseo llamó al Señor, “Ábrele sus ojos para vea” (2 Reyes 6:17a, NVI). De pronto, el hombre de Dios vio carrozas de fuego provenientes de Dios alrededor de ellos. ¿Cómo crees que afectó a su miedo saber que Dios estaba peleando esta batalla por ellos?

¿La duda, el miedo y la falta de ánimo te rodean? ¿Tienes miedo de que te conquisten? ¿Estás llorando como el amigo de Eliseo, “¿qué voy a hacer?”? Día tras día me comprometí a enfrentar mis miedos enfocándome en Dios y en su poder. Él me guió en cada decisión que tuve que tomar.

Quizá es tiempo de pedirle a Dios que abra tus ojos para ver su poder y empezar a amar el trabajar juntos para pelear tu batalla. Ver la verdad te ayudará a dar un paso hacia la libertad lejos del miedo. Él está en medio de tus circunstancias.

Amado Dios, es difícil confiar cuando tengo miedo. Pero elijo mirarte a ti y creer que tú estás obrando a mi favor. Ayúdame a verte en medio de mis preocupaciones. En el nombre de Jesús, amén.

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Empieza a enfrentar tus miedos y ponte en acción. Organiza tu tiempo para orar, pidiéndole al Señor que te muestre su poder en los retos que estás enfrentando.

Al ver como él obra a tu favor, ve eliminando esos retos uno por uno. Descubrirás que con la ayuda de Dios eres más valiente de lo que imaginabas.

Versículos poderosos:
2 Crónicas 20:17, “Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el Señor, estaré con ustedes.” (NVI)

1 Pedro 2:9, “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.” (NVI)

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Gracias por su ayuda en la traducción de esta lectura:

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     Ana Stine  
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sábado, 20 de julio de 2013
Micca Monda Campbell

"…en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia  por amor a su nombre.”    Salmo 23:2-3, (NVI)

Lectura:

¿Qué clase de situación te está presionando ahora? ¿Será el constante estrés de llegar a fin de mes? ¿O tal vez el descontento es el villano que coloca mucha presión sobre tu vida? En mi caso varía. Me produce más estrés ser esposa que madre. ¡Hay días en que parece que todo el mundo me necesita al mismo tiempo! ¿Alguna vez has sentido como si el mundo entero estuviera llamando a tu puerta y exigiendo tu tiempo y atención?

La hora más estresante para mí es justo cuando los niños llegan a casa de la escuela. Es allí cuando el caos comienza. Hay que hacer tareas, preparar la cena, y asistir a prácticas de béisbol y clases de ballet. Cuando la presión es más de lo que yo puedo soportar, me da pánico. Me da pánico ¡porque no alcanzo para todo lo que tengo que hacer! Lamentablemente, es como si me salieran dos tarros de la cabeza que tiran al piso mi halo celestial. Esto es lo que se llama “explotar".  Eso pasa cuando tú y yo estamos bajo presión.

Algo más pasa cuando sentimos las demandas de la vida presionando también. Nos irritamos con las personas que amamos más. Yo no quiero vivir así, ni tú tampoco. 

La verdad es que la presión y la responsabilidad de cuidar de tantos pueden agotarme. Me canso y quedo exhausta. David también se cansó.  Su trabajo era  tan estresante como el de nosotras pues él protegía, guiaba y atendía a sus ovejas. ¿Cómo se las arreglaba David?  Él buscó descanso en su Buen Pastor, y el Señor proveyó. “…en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas.” (Salmo 23:2-3)

Es importante para nosotros descansar, pero ¿lo hacemos? ¿Podemos hacerlo? Tal vez se te dificulta dormir en las noches por el estrés que te atormenta.  Algunas veces me quedo despierta haciendo la lista mental de las cosas que tengo que hacer. Por la mañana me levanto  tan cansada como cuando me fui a dormir.  El verdadero problema es que no dormí lo suficiente. La persona promedio necesita de siete a ocho buenas horas de sueño en la noche.  Pero la gran mayoría solo duerme cinco, seis, o siete horas sin un buen descanso. Cuando tenemos insomnio  recurrimos a métodos que fallan, como tomar algo para dormir. Muchas veces el cansancio toma forma de gripe o enfermedad  y nos vemos forzados a descansar.

Dios tiene un plan mejor para darnos descanso de nuestro estrés. El Señor nos guía a “descansar en pastor verdes”  para revivirnos y refrescarnos emocional, espiritual y físicamente.

Cuando yo pienso en pastos verdes, pienso en los días de verano bien cálidos cuando mi papá y yo nos recostábamos en la hierba verde de nuestro patio.  No nos preocupaba nada en el mundo. Simplemente descansábamos y hablábamos de las nubes que colgaban en el cielo. Tal vez tus pastos verdes son un momento de silencio en tu silla favorita, caminar en la playa o acurrucarte en la cama con un buen libro.

La verdad es que Dios nunca nos puso en control de todas las cosas, solo de algunas tareas. Aunque el estrés y la presión de algunas tareas pueden desgastarnos, Dios no nos ha dejado vacíos. Él desea llenar todos nuestros lugares secos para que tengamos provisiones para el mañana. El secreto es escaparnos con Dios a esos lugares de descanso sin fin.

Amado Dios, a veces me siento culpable de tomar tiempo para mí misma. Hoy entiendo que este es tu plan para mí. Ayúdame a descansar. Cuida mi tiempo y ayúdame a manejar mis responsabilidades para que cada día yo pueda renovar mi ser emocional, espiritual, y físicamente. En el nombre de Jesús, Amén.


Reflexionar y responder: 
¿Qué te hace relajarte? ¿Un baño de espuma, caminar, trabajar en el jardín, visitar un gimnasio o tomar una siesta? Planifica descansar cada día aunque solo sea de diez a quince minutos. Hará milagros con tu estrés y cargará tus baterías. 

¿Tienes suficiente tiempo de inactividad como para recargar tus fuerzas? Si no, ¿cómo puedes cambiarlo? 

¿De vez en cuando te sientes culpable cuando descansas? ¿Pudiera ser una señal de que estás haciendo demasiado?

Versículos poderosos:
Salmo 62:1: "Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación.”
(NVI)

Mateo 11:28: "Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso." (NVI)

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lunes, 15 de julio de 2013

Karen Ehman 

 “He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4: 11b-13 (NVI)
         
Lectura:

Psst… Tengo un pequeño secreto.

No eres menos que tus vecinos.

Oh, ya sé que nunca pensaríamos eso dada la forma en que lucen… pero no son todo lo que parecen.

En los tiempos de mi mamá, uno sólo los veía unas cuentas a la semana. A lo mejor te los encontrabas de camino a la iglesia, o quizá en la junta de padres de familia. Ya sabes, mientras tú ibas en tu abollada y descolorida mini van gris y ellos se acomodaban felizmente dentro de su nueva y brillante camioneta Chevrolet.

¡Qué diferencia hace una década (o dos)! Ahora los vecinos se pasean perpetuamente frente a nuestros ojos casi las 24 horas del día. ¿Dónde?

En las noticias que nos llegan por la computadora. En nuestros teléfonos inteligentes. En Twitter, Facebook, Pinterest e Instagram. Los vecinos parecen gritar “¡mírame!” con sus vidas tan perfectas como sus fotos de perfil. Eso nos puede tentar a sentirnos celosas e insatisfechas.

Un día una amiga en línea puso: “Fettuccini Alfredo, vegetales frescos del jardín, y mi famoso pastel de queso con zarzamoras ¡es lo que habrá hoy para cenar!” El estatus de otra amiga leía: “¡Viva! Hemos terminado de pagar la hipoteca. ¡Ahora estamos libres de deudas!” Y otra más: “¡Nuestro Jimmy fue nombrado estudiante del mes!”

Todo esto sucedía mientras yo estaba ordenando pizza (¡por segunda ocasión en la semana!), juntaba el dinero para la hipoteca y respondía una llamada de la oficina del subdirector de la escuela secundaria donde se encontraba mi hijo castigado por una travesura inapropiada.

Sí, los vecinos invaden nuestros hogares y nuestros pensamientos varias veces al día mediante las redes sociales y el Internet, llevándose nuestra alegría y satisfacción. ¿Por qué?

Comparaciones.

Las comparaciones son siempre un golpe mortal a nuestra alegría. Cuando vemos a otros disfrutando, experimentando o siendo dueños de algo que nosotros no tenemos pero que desearíamos tener, nos puede disgustar y hacernos sentir insatisfechas.

En la carta a los creyentes en Filipos, el apóstol Pablo escribió en Filipenses 4:11-13: “He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre”.

La palabra griega para “satisfecho” o “estar contento” denota más que solo dejar caer nuestros brazos siendo reacios a aceptar. En su raíz significa literalmente: “estar satisfecho al punto en donde ya no me siento ni preocupado ni inquieto”.

Dios ya ha preparado un lugar de satisfacción para nosotros cuando el coche se descompone, las deudas son difíciles de pagar, y nuestro “Juanito” se porta mal… otra vez. Podemos encontrar ese lugar cuando quitamos los ojos de nuestra situación (o cuando dejamos de mirar la pantalla de la computadora) y los fijamos solo en Dios.

Cuando adoptamos esta actitud vivimos la verdad que una vez escuché declarar a la escritora Elisabeth Elliot: “La diferencia es Cristo en mí, no que mis circunstancias sean diferentes.”

Para aceptar de verdad nuestras circunstancias debemos decidir dejar de pedir: “¡Dios, sácame de aquí!”, y aprender a pedir humildemente: “Señor, ¿por qué me has traído a este lugar? ¿Qué estás tratando de revelarme que yo nunca podría descubrir si tú me sacaras repentinamente de esta situación? ¿Qué cualidades de un carácter divino estás tratando de hacer crecer en mí? ¿Paciencia? ¿Confianza? ¿Fe? ¿Compasión?”

Cuando dejamos de hacer comparaciones y aceptamos nuestro destino, recibiendo de buena gana todo lo que Dios nos enseña mediante él, seremos capaces de descubrir el secreto que Pablo sabía. La verdadera satisfacción no es solo tener lo que quieres, sino no querer nada más que lo que ya tienes.

Solo podemos hacer esto cuando dejamos de mirar a los vecinos y volvemos nuestros ojos a Jesucristo que nos fortalece.

Amado Dios, perdóname por andar mirando alrededor y compararme a mí misma o mis circunstancias con las de otros. Hazme buscarte solo a ti para estar satisfecha y encontrar paz. En el nombre de Jesús, amén.

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¿En qué aspectos de tu vida las comparaciones afectan tu alegría? ¿Tu matrimonio? ¿Los hijos? ¿Las finanzas? ¿El trabajo? ¿Tus relaciones? ¿Tu apariencia?

Elige uno de esos aspectos y escribe una oración a Dios pidiéndole que cambie tu perspectiva para que en lugar de compararte estés satisfecha con lo que tienes. Pégala junto a la pantalla de tu computadora o en el espejo de tu baño.

Versículo poderosos:
Proverbios 14:30, “El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.” (NVI)

© 2013 de Karen Ehman. Todos los derechos están reservados.  
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sábado, 13 de julio de 2013

Glynnis Whitwer


Salmos 43:3, “Envía tu luz y tu verdad; estas me guiarán, me conducirán a tu santo monte y a tus moradas.”  (RVR 1995)

Lectura:

Vivo en un valle. Y por todo lado donde mire hay montañas. Vivo en el oeste y aun para las vacaciones escogemos ir a las montañas. Por esa razón, parece que paso mucho tiempo en valles. Pero he descubierto una gran verdad y es que si continuas caminando, finalmente encontraras la salida.

En un verano hicimos un viaje hacia el sur de Utah, con una parada en el Cañon Bryce. Afuera hacía calor y durante nuestro descenso al cañon, el calor se intensificó aun más.

Fue una gran caminata alrededor de las picudas rocas llamadas hoodoos. Estropeados por el descenso al valle sobre sus empinadas montañas, sentí calor, estaba cansada y con necesidad de sentarme y relajarme.

Mientras descansaba   sobre una roca, miré hacia arriba, hacia el borde del cañon, sudorosas gotas saladas caían de mis ojos. Miré lejos, muy lejos. Y desee un atajo, un camino mas corto que  me sacara rápidamente de ahí. Sin poder llamar a un helicóptero que me rescatara, comprendí que había una sola forma de salir y era caminar, caminar por el valle y subir a la montaña. Sentada en la roca encontraría descanso momentáneo, mas no me podría sacar de ninguna manera del valle.

He estado en otros valles: valles de temor, de miedo, de preocupación, y de desesperanza. Seré honesta, cuando me encuentro en esos valles, mi inclinación es el de sentarme. El temor me paraliza.  La preocupación se amarra a mis pies, como pesas. La desesperanza malinterpreta la realidad de tal manera que estoy ciega a la verdad. Y me quedo firmemente plantada en el valle de miseria, una y otra vez revivo como otros me han herido y pronostico aterradores resultados.

Ninguna de estas elecciones me saca del valle de miseria en el que me encuentro. Es mas, no me llevan a ningún lugar.

Lo que me saca de esos  difíciles valles es el mantenerme caminando. Eso significa para mí el orar aunque parezca que mis oraciones solo tocan el tumbado. Es el continuar leyendo la Biblia, aunque parezca que las palabras no tienen ningún sentido. Es cuando insisto aun más en asistir a la iglesia o a grupos pequeños en vez de quedarme en casa que me saco de esos valles. Es cuando canto alabanzas, aunque mi corazón no este rebosante de gozo, que salgo. Pero cuando insisto en hacer todo esto es cuando verdaderamente doy pasos hacia adelante, hacia la verdad y finalmente salgo del valle.

Salir del valle, significa para mi hacer las cosas que son saludables y que dan honra al Señor, aunque no tenga deseos de hacerlo. Siempre hay una salida, pero toma trabajo, no resulta fácil.  Cuando hago lo que debo hacer, el Señor me recompensa dándome un paisaje que me deja sin aliento...

Amado Señor, te ruego que hables a mi corazón cuando me encuentre en los oscuros valles. Necesito recordar que Tú eres Verdad, más no mis circunstancias. Ayúdame, dándome las fuerzas para hacer lo correcto y no quedarme plantada en miseria durante los difíciles tiempos. Anhelo salir de este valle. Pero te alabaré ahora en el fondo y te alabaré en la cima de la montaña, porque ¡Tú eres digno! En el nombre de Jesús, Amen.

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Reflexionar y responder:
¿Si te encuentras en un valle de sufrimiento, cuál sería la lección espiritual que hoy por hoy incorporarías a tu vida, aunque no tengas deseos de hacerlo?
Escribe 5 cosas que podrías hacer para mantener tu fe fuerte durante tiempos difíciles.

Versículos poderosos:
Salmos 23:4, “Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.” (NVI)

Salmos 90:1-2, “Dios nuestro, ¡tú siempre has sido nuestra casa! Desde siempre y hasta siempre, desde antes de que crearas las montañas, la tierra y el mundo, tú has sido nuestro Dios.” (BLS)
Lucas 3:4b-5, "Alguien grita en el desierto: ‘Preparen el camino para el Señor. ¡Ábranle paso! ¡Que no encuentre estorbos!  Rellenen los valles, y nivelen las montañas. Enderecen los caminos torcidos.’ ” (BLS)


© 2013 de Glynnis Whitwer. Todos los derechos están reservados.

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A Wendy Bello, editora
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      Veronica Young
      Diana Torres

Van Walton. Directora del ministerio para latinas
lunes, 8 de julio de 2013


                                                                                                                                              Glynnis Whitwer
" Uno de ellos, el discípulo a quien Jesús amaba, estaba a su lado.”  Juan 13:23 (NVI)

Lectura: 

Cuando yo era adolescente, un muchacho en la escuela me puso el sobrenombre de “caderas”.  Aunque no era gorda, mi figura no era igual a la de las modelos de mi época.  Este comentario me hacía sentir muy incómoda con mi cuerpo y desde entonces empecé a describirme como una persona “no muy atlética”.

A través de los años, me he descrito de distintas maneras; algunas positivas, otras negativas, algunas basadas en la verdad y otras en mis emociones.  La forma en que me he descrito ha afectado poderosamente la forma en que me veo a mí misma, al igual que mi autoestima, mi comportamiento y mis decisiones.

Juan, uno de los discípulos de Jesús, se describía a sí mismo de una manera muy interesante.  En el Evangelio de Juan él se describe como “el discípulo a quien Jesús amaba”. 

La confianza que Juan tenía en el amor del Maestro impactó poderosamente su vida y su comportamiento.  A pesar de las amenazas de otros, él estuvo a los pies de la cruz, cuidando de la madre de Jesús.  Fue uno de los primeros en llegar a la tumba del Señor, dispuesto a enfrentar a los temibles soldados romanos.  Después de la resurrección, Juan predicó las Buenas Nuevas a pesar del peligro de ser perseguido o encarcelado por su fe.
Con el tiempo, llegué a darme cuenta de que de todas las formas en que me he descrito a mí misma, una es la más poderosa.  Una cosa es identificarme como cristiana y adherirme a una serie de comportamientos debido a mi fe.  Pero otra totalmente diferente es identificarme como “aquella a quien Jesús ama” ya que esto cambia mi concepto de quién soy: su hija amada.

¿Sabías que tú también eres alguien a quien Jesús ama?  ¿Te atreverías a aceptar esta identidad, aún si piensas que no la mereces?  Te invito a que lo hagas, pues este concepto cambiará radicalmente tu vida… así como cambió la mía.

Amado Padre, gracias por amarme incondicionalmente.  Gracias por invitarme a ser tu amada.  Te ruego que esta identidad cautive mi mente y mi corazón, y que mi fe en tu amor guíe mi comportamiento y fortalezca mi sendero.  En el nombre de Jesús, amén.

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Reflexionar y responder: 
                                                                                                                                                                           ¿Qué descripciones de ti misma has aceptado como verdaderas?
¿Cómo cambiaría tu vida si adoptaras la identidad de “la discípula que Jesús ama”?

Versículos poderosos:  
                                                                                                                                                                    Efesios 5:1-2, "Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.” (NVI)

Romanos 5:8, " Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros." (NVI)

© 2013 de Glynnis Whitwer.   Todos los derechos están reservados.


Van Walton. Directora del ministerio para latinas
Judith Hernández, la voz latina  
Ana Stine  
Natasha Curtis
Waleska Nickerson 
Veronica Young
Karina Córdova
Cony Villareal
Diana Torres

 



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