miércoles, 21 de julio de 2010
Micca Monda Campbell
Miembro del Equipo de conferencistas
de Proverbios 31, Ministerios para la mujer
Versículo clave:
“Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.” Filipenses 4:19 (NVI)
Hoy lee el capítulo entero. Escribe el versículo. Memorízalo
Lectura:
Dios debe haber previsto ciertos acontecimientos en las vidas de sus hijos que harían que se preocuparan demasiado. Hasta los cristianos más maduros de hoy son prontos a luchar bajo la carga de una preocupación ansiosa y excesiva. Nos preocupamos por asuntos personales, problemas familiares, problemas financieros, asuntos del pasado e inquietudes por el futuro.
El apóstol Pedro veía esta preocupación ansiosa como una carga grande y nos ofreció un consejo muy sabio para lidiar con ella. El consejo de Pedro es echar todas nuestras ansiedades sobre Dios. Debemos soltar las preocupaciones que nos distraen, dañan nuestros cuerpos y almas, y pesan sobre nuestro corazón, a la providencia sabia y compasiva de Dios. Puedes hacerlo porque
él cuida de ti (1 Pedro 5:7). ¿Acaso no es algo maravilloso? Tú y yo no tenemos que llevar la carga de nuestras preocupaciones. Dios está dispuesto a liberarnos de nuestras preocupaciones y cargarlas él mismo.
Eso parece excelente. Yo no tengo problema con echar mis ansiedades sobre él. Al principio el peso se va. Pero solo hasta que Dios no responde a mi necesidad como yo creo que debiera hacerlo. Entonces se hace difícil para mí no retomar la carga.
Después de perder a mi esposo padecí de un dolor de estómago fuerte. Era la manera en que mi cuerpo lidiaba con el estrés. Supuse que al poner mi situación en manos de Dios y pedirle que llevara mi carga, mis problemas de estómago desaparecerían. También esperaba no tener la carga de ir a consejería una vez por semana y así no pagar esa cuenta extra. Pero nada de eso se acabó. Seguí con el dolor en el estómago, lo que implicaba que todavía necesitaba consejería por mi aflicción. También había esperado que la consejera al menos aliviara mi deuda; en cambio, ella aumentó sus precios.
¿Entonces para qué echar mi carga sobre Dios si él no iba a hacer que desapareciera?, me preguntaba yo.
El asunto es este: cuando tú y yo echamos nuestras ansiedades sobre Dios, estamos reconociendo que es su responsabilidad cuidar de nosotros. A menudo se nos olvida que Dios pinta en un lienzo grande. Él ve el cuadro en general. Nosotros solo vemos lo que nos sucede en el momento. Es por eso que Dios permite que pasen cosas en nuestras vidas, cosas buenas y cosas malas; cosas que tienen sentido y otras que no.
Lo que tú y yo pudiéramos considerar dañino y destructivo, Dios puede usarlo para nuestro bien, para producir en nosotros una conducta y carácter santos. Él no permitirá que nos suceda nada que no haya pasado primero por el filtro de su protección.
El mayor daño sería si Dios dejara nuestro carácter en el estado en el que nos encontró. En los tiempos difíciles tú y yo tenemos esta promesa: “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8-9; NVI). Dios no dejará que las dificultades nos destruyan. Aunque pudieran ser trágicas en sí, él las usará para nuestro bien.
Tú y yo podemos echar nuestras ansiedades sobre Dios porque es su responsabilidad cuidar de nosotros. Al confiarle el panorama general de nuestras vidas, el peso se levanta y la paz borra todas nuestras ansiedades.
Mi oración para hoy:
Amado Padre, cuando vengan los tiempos difíciles, no tendré temor. Confío en que tu amoroso cuidado será la provisión de mi familia y la mía. Toma mi carga, Señor, y reemplaza mi preocupación con paz. En el nombre de Jesús, Amén.
Pasos para la aplicación:
Reconoce que Dios es tu proveedor. Habla con él sobre tu carga y déjala bajo su cuidado. Cuando la duda te tiente a retomarla, recuerda que Dios tiene el control; él te ama inmensamente y está trabajando tras bastidores a tu favor.
Recursos Relacionados:
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Más recursos
Puntos para reflexionar:
¿Por qué es difícil soltar tus cargas y confiárselas a Dios?
Menciona una manera en la que puedes esperar en Dios hasta que él aparezca con una solución.
Versículos que te darán fuerza:
Filipenses 4:6-7: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. (NVI)
© 2010 de Micca Monda Campbell. Todos los derechos están reservados.
Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora
Judith Hernández http://www.judithhernandez.com/
Ana Stine
Natasha Curtis
Miembro del Equipo de conferencistas
de Proverbios 31, Ministerios para la mujer
Versículo clave:
“Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.” Filipenses 4:19 (NVI)
Hoy lee el capítulo entero. Escribe el versículo. Memorízalo
Lectura:
Dios debe haber previsto ciertos acontecimientos en las vidas de sus hijos que harían que se preocuparan demasiado. Hasta los cristianos más maduros de hoy son prontos a luchar bajo la carga de una preocupación ansiosa y excesiva. Nos preocupamos por asuntos personales, problemas familiares, problemas financieros, asuntos del pasado e inquietudes por el futuro.
El apóstol Pedro veía esta preocupación ansiosa como una carga grande y nos ofreció un consejo muy sabio para lidiar con ella. El consejo de Pedro es echar todas nuestras ansiedades sobre Dios. Debemos soltar las preocupaciones que nos distraen, dañan nuestros cuerpos y almas, y pesan sobre nuestro corazón, a la providencia sabia y compasiva de Dios. Puedes hacerlo porque
él cuida de ti (1 Pedro 5:7). ¿Acaso no es algo maravilloso? Tú y yo no tenemos que llevar la carga de nuestras preocupaciones. Dios está dispuesto a liberarnos de nuestras preocupaciones y cargarlas él mismo.
Eso parece excelente. Yo no tengo problema con echar mis ansiedades sobre él. Al principio el peso se va. Pero solo hasta que Dios no responde a mi necesidad como yo creo que debiera hacerlo. Entonces se hace difícil para mí no retomar la carga.
Después de perder a mi esposo padecí de un dolor de estómago fuerte. Era la manera en que mi cuerpo lidiaba con el estrés. Supuse que al poner mi situación en manos de Dios y pedirle que llevara mi carga, mis problemas de estómago desaparecerían. También esperaba no tener la carga de ir a consejería una vez por semana y así no pagar esa cuenta extra. Pero nada de eso se acabó. Seguí con el dolor en el estómago, lo que implicaba que todavía necesitaba consejería por mi aflicción. También había esperado que la consejera al menos aliviara mi deuda; en cambio, ella aumentó sus precios.
¿Entonces para qué echar mi carga sobre Dios si él no iba a hacer que desapareciera?, me preguntaba yo.
El asunto es este: cuando tú y yo echamos nuestras ansiedades sobre Dios, estamos reconociendo que es su responsabilidad cuidar de nosotros. A menudo se nos olvida que Dios pinta en un lienzo grande. Él ve el cuadro en general. Nosotros solo vemos lo que nos sucede en el momento. Es por eso que Dios permite que pasen cosas en nuestras vidas, cosas buenas y cosas malas; cosas que tienen sentido y otras que no.
Lo que tú y yo pudiéramos considerar dañino y destructivo, Dios puede usarlo para nuestro bien, para producir en nosotros una conducta y carácter santos. Él no permitirá que nos suceda nada que no haya pasado primero por el filtro de su protección.
El mayor daño sería si Dios dejara nuestro carácter en el estado en el que nos encontró. En los tiempos difíciles tú y yo tenemos esta promesa: “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8-9; NVI). Dios no dejará que las dificultades nos destruyan. Aunque pudieran ser trágicas en sí, él las usará para nuestro bien.
Tú y yo podemos echar nuestras ansiedades sobre Dios porque es su responsabilidad cuidar de nosotros. Al confiarle el panorama general de nuestras vidas, el peso se levanta y la paz borra todas nuestras ansiedades.
Mi oración para hoy:
Amado Padre, cuando vengan los tiempos difíciles, no tendré temor. Confío en que tu amoroso cuidado será la provisión de mi familia y la mía. Toma mi carga, Señor, y reemplaza mi preocupación con paz. En el nombre de Jesús, Amén.
Pasos para la aplicación:
Reconoce que Dios es tu proveedor. Habla con él sobre tu carga y déjala bajo su cuidado. Cuando la duda te tiente a retomarla, recuerda que Dios tiene el control; él te ama inmensamente y está trabajando tras bastidores a tu favor.
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Puntos para reflexionar:
¿Por qué es difícil soltar tus cargas y confiárselas a Dios?
Menciona una manera en la que puedes esperar en Dios hasta que él aparezca con una solución.
Versículos que te darán fuerza:
Filipenses 4:6-7: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. (NVI)
© 2010 de Micca Monda Campbell. Todos los derechos están reservados.
Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora
Judith Hernández http://www.judithhernandez.com/
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1 comments:
El asunto no es si Dios cuida de nosotros si Él desea ser nuestro "portador de cargas”, sino si somos humildes para permitir que Él cargue nuestras ansiedades.
copia y pega este link http://youtu.be/Ny6O50UjvVA