lunes, 26 de julio de 2010
por Lysa TerKeurst                                                                                       Miembro del Equipo                                                                                               de conferencistas de Proverbios 31,                                                             Ministerios para la mujer


Versículo clave:

Isaías 54:14, Serás establecida en justicia; lejos de ti estará la opresión, y nada tendrás que temer; el terror se apartará de ti, y no se te acercará." (NVI)

Hoy lee el capítulo entero. Escribe el versículo. Memorízalo

Lectura:

¿Eres tú una madre que batalla con un espíritu de temor en lo que respecta a sus hijos? El mayor temor de un padre es no poder proveer para su familia. El mayor temor de una mamá es, por lo general, que algo les suceda a sus hijos.

El temor es un fenómeno bastante curioso. A veces produce una precaución sana en nosotros, pero con más frecuencia parece provocar un estrés y ansiedad excesivos por situaciones fuera de nuestro control. La Biblia tiene mucho que decir sobre el temor. Según una búsqueda de textos en la Biblia, la frase “no temas”, o algún equivalente, aparece 365 veces. Veamos, ¿cuántos días tiene el año? Bueno, eso significa que por cada día del año tenemos un versículo al cual aferrarnos.
Un día yo estaba inquieta porque había dejado que uno de mis hijos fuera al lago con otra familia. Confío totalmente en esta familia y no tenía motivos reales para sentirme ansiosa, pero esa sensación persistente de “y si…” parecía acompañarme en todo momento. Me venían a la mente imágenes de mi hija herida o algo peor. Le pregunté a mi esposo si a él le estaba pasando lo mismo y sencillamente me dijo que no.

Una idea profunda me vino a la mente. Tal vez el motivo por el que me siento tan agotada mentalmente al final del día es porque mi mente está constantemente activa en lo que se refiere a mis hijos. La mayoría de las preocupaciones son pequeñas: ¿se lavaron los dientes? ¿Tendrán frío? ¿Comieron lo suficiente en el desayuno? O, ¿estudiaron las palabras de ortografía? Pero luego tengo ramalazos de temor que atraviesan mi corazón y me aceleran el pulso. Esto pasa sobre todo cuando escucho que a otros niños les pasan cosas malas. Un accidente automovilístico terrible, un tumor cerebral, un defecto en el corazón, alguien que se ahogó, y la lista continúa. ¡No es de extrañar que esté tan cansada!

Como madres, es natural que tengamos una actitud protectora para con nuestros hijos y que nos ocupemos de su bienestar. Es uno de los aspectos más importantes de nuestro trabajo. Lo que no es correcto es permitir que el temor a lo desconocido nos paralice y ahogue a nuestros hijos. La verdad es que Dios ha predeterminado el número de los días de nuestros hijos y nada que nosotras hagamos o no hagamos logrará cambiar esta realidad. Mateo 6:27 dice: “¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?” (NVI)

No hablo de este tema a la ligera. Sé que es una realidad que a los niños les suceden cosas malas. Cuando yo tenía 18 años mi madre tuvo a mi hermosa hermana Haley. Pero cuando ella tenía 18 meses vino una tragedia. A pesar de nuestras súplicas al Señor para que la salvara, su respuesta fue “no” y ella falleció.

Cuando mi segunda hija tenía sólo 6 semanas de nacida se puso muy grave. Mi esposo y yo escuchamos de los médicos las palabras que ningún padre quiere escuchar jamás: “No estamos seguros de que sobreviva a la cirugía. Tienen cinco minutos para despedirse de ella”. Aunque mi voz estaba paralizada y callada, mi alma gritaba: “Noooooooooo, no te la puedes llevar. ¡No voy a dejar que te la lleves!” ¿Cómo puede uno decirle adiós a los sueños de toda una vida que se han hecho realidad en un hijo?

Mientras se la llevaban en la camilla, me tiré en los brazos de mi esposo. Él delicadamente me llevó al estacionamiento del hospital. Tomó mi rostro entre sus manos y me pregunto a quién pertenecía Ashley. ¿De quién era hija realmente? A cada una de sus preguntas yo seguía respondiendo que era mi hija. En medio de sus propias lágrimas él seguía haciendo las mismas preguntas y por fin yo le respondí con la verdad: “Ella es hija de Dios”.

En medio de nuestras lágrimas y nuestro dolor, entregamos nuestra hija a Dios. Aunque mis lágrimas no cesaron, el pánico en mi corazón sí. Experimenté una paz increíble que llenó toda grieta adolorida en mi ser. Gracias a Dios la crisis de Ashley terminó diferente a la de Haley, y Dios le permitió quedarse con nosotros y sanar. Pero la lección de maternidad que aprendí aquel día en el estacionamiento se quedará conmigo para siempre. Cada vez que experimento temor por mis hijos, tengo que volver a vivir el siguiente ejercicio:

1. Tengo que regresar a ese estacionamiento y entregar mis hijos a Dios.

2. Tengo que reconocer que mis hijos son, en primer lugar, de Dios.

3. Tengo que proclamar mi amor por Dios, independientemente del resultado.

4. Y tengo que comprender que no puedo controlar que mis hijos estén a salvo. Ni con mis oraciones, ni con mis preocupaciones, y sin dudas, no con mis temores.
Si tú eres una madre que a menudo se queda paralizada por el temor con respecto a sus hijos, toma la decisión de pararte en ese estacionamiento conmigo y confiar a tus hijos en las manos de Dios.

Mi oración para hoy:

Amado Señor: Por favor ayúdame a tomar decisiones correctas cuando el temor procure invadir mi corazón. Ayúdame a no reaccionar en temor sino a buscar tu ayuda. Gracias, Señor, por ser una torre de refugio en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

Pasos para la aplicación:

Si batallas contra el temor, te sugiero que escribas el Salmo 27:1 en una tarjeta y la coloques en un lugar visible en tu casa. Busca en tu concordancia otros versículos que hablen sobre el temor.
Cierra tus ojos y ora por cada uno de tus hijos. Pídele al Señor que los proteja y que provea para sus necesidades. Dile que confías en él, pero deja que el clamor más profundo de tu corazón sea tener el valor de decirle a Dios que lo amarás a cualquier precio.

Recursos relacionados:

¿Conoces a Jesús?
Más recursos  

Puntos para reflexionar:

¿Hay temores crónicos que Satanás utiliza para distraerte del propósito que Dios tiene para ti?

¿Hay temores crónicos que Satanás utiliza para distraerte e impedir que Dios cumpla sus propósitos en tus hijos?

Aprende a reconocer cuándo el temor está guiando tu vida y evita tomar ese rumbo.

Versículos que te darán fuerza:

Isaías 41:10, "Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa." (NVI)

Isaías 43:1-3, "Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: ‘No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador.’” (NVI)

Salmos 27:1, "Dios mío, tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién voy a tener miedo? Tú eres quien protege mi vida; ¡nadie me infunde temor!” (BLS)

© 2010 de Lysa Terkeurst. Todos los derechos están reservados.

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.

Wendy Bello, editora

Judith Hernández  
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