lunes, 28 de febrero de 2011
por Luann Prater
Miembro del Equipo de conferencistas de Proverbios 31, Ministerios para la mujer
“Lo que sale de la persona es lo que la contamina”. Marcos 7:15b (NVI)
Lectura:
A muchas mujeres no nos gusta sentirnos sucias. ¡Preferimos bañarnos, perfumarnos y empolvarnos! Pero se necesita algo más que mugre para ensuciar un corazón y mucho más que perfume para limpiarlo.
Jesús le dijo a la gente: “…lo que sale de la persona es lo que la contamina… Porque de adentro del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona” (Marcos 7:15b, 21-23, NVI).
Es fácil entender por qué el Señor mencionaría los llamados “pecados grandes” como asesinato, adulterio, o robo que nos ensucian. Pero Jesús también se refirió a algunos pecados aparentemente “pequeños” como la arrogancia, la envidia y el egoísmo. Esos son pecados que cubrimos frecuentemente con algún perfume y polvos de buen olor.
El diccionario describe arrogancia como “muestra de superioridad o auto-importancia, u orgullo dominante”. A primera vista podremos pensar que eso no aplica a nosotros, pero si dejamos que el Espíritu Santo apunte a nuestros corazones su reflector, podremos encontrar momentos en los que pensamos: “Bueno, por lo menos yo no soy TAN mala” o “Es impresionante que los hijos le hayan salido tan buenos”.
La envidia también es muy escurridiza al esconderse en nuestros corazones. Es el sentimiento de descontento cuando se trata de la ventaja, éxito o posesiones de otro. ¿Tu amiga tiene un auto nuevo, un televisor de pantalla plana nuevo o una casa mejor? ¿Y eso te hace verla a ella o a sus posesiones con desdén? Si es así, eso es envidia. ¡Huy!
También está la codicia, el deseo excesivo de posesiones y bienes. Quizá pensamos que no somos excesivos en nuestros deseos de tener cosas, pero ¿cuánto tiempo pasamos tratando de ganar más dinero? ¿Qué tan tacaños somos con lo que tenemos? Comparado con lo que tienen la mayoría de los países, nosotros aquí en los Estados Unidos vivimos en la abundancia, y aun así parece que siempre tenemos nuestra mirada enfocada en querer más.
¿Cómo sería tomar esas tres definiciones y limpiarlas un poco?
-No-arrogancia: una muestra gentil de desinterés personal
-No-envidiar: estar totalmente satisfecha con todas mis bendiciones
-No-codiciar: un anhelo excesivo de Dios y su justicia.
¡Eso me suena a corazón limpio! Por lo que hoy me reto a mí misma con las palabras de Jesús: “Es lo que sale del hombre, lo que lo contamina”. Hoy dispondré mi mente para que sea no-arrogante, no tenga envidia y no codicie. Sí, hoy quiero vivir con un corazón limpio.
Amado Dios, gracias por alumbrar tu luz en mi corazón para que yo pueda ver dónde no está limpio. Muéstrame esos pecados con los que me ensucio y limpia de adentro hacia afuera. En el nombre de Jesús, Amén.
Pasos para la aplicación:
Pídele a Jesús que cambie esos deseos por un corazón limpio.
Recursos relacionados:
Puntos para reflexionar:
¿Quién necesita hoy que yo no sea egoísta, esté satisfecha y sea piadosa?
Versículos que te darán fuerza:
Mateo 15:8, “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.” (NVI)
Lucas 3:14b, “No extorsionen a nadie ni hagan denuncias falsas; más bien confórmense con lo que les pagan.” (NVI)
Mateo 19:21, “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.” (NVI)
Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora
Natasha Curtis
Waleska Nickerson
Veronica Young
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