lunes, 27 de junio de 2011

Melissa Taylor 
                                                                                                               Miembro del Equipo de conferencistas                                                                                                 de Proverbios 31,  Ministerios para la mujer                                                    



“Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.” Isaías 53:5 (NVI)

Lectura:

Al pensar en aquello, me parece estar observando la historia de otra persona. Casi no reconozco la pequeña en la que me convertí en aquel obscuro momento.

Iba de camino a casa después de haberme bajado del transporte escolar. La caminata generalmente llevaba diez minutos, a menos que me detuviera a conversar con alguna amiga, lo que solía hacer. El Sr. Parks, un jubilado, estaba sentado en la entrada de su casa saludando con un gesto a los niños que pasaban por allí. Él era tan simpático. En aquél día en particular, me invitó a su garaje. Me dijo que tenía unos dulces para darme.

Entré a aquél garaje siendo una confiada e inocente niña. Me fui atemorizada.

El Sr. Parks me había violado. Yo no entendía lo que estaba pasando. No sabía que hacer. Él se había convertido en otra persona; no reconocía al hombre en el que se había convertido una vez que se cerró la puerta de aquél garaje. Me hizo cosas y me obligó a hacerle cosas que nunca había imaginado que existieran. Estaba completamente aterrada. Al terminar, me dijo, "Vuelve mañana". Y por alguna razón, volví.

La experiencia de haber sido violada me dejó devastada. Me sentía manchada y arruinada.

En mi mente, lo que yo había hecho era tan malo que no le podía contar a nadie. Y debido a que sucedió más de una vez, sentía que en realidad era mi culpa; mi elección. Eso fue lo que él me dijo. Me sentía sucia y completamente avergonzada.

La vergüenza es ladrona de la alegría. Mi alegría se había desvanecido.
Con los años perfeccioné el arte de hacer de cuenta que todo estaba bien. Vivía enmascarada.

Por fuera todo se veía bien. Sin embargo, por dentro me sentía sin valor alguno y no merecedora de nada bueno. Cuando tenía éxito en algo, me auto saboteaba o lo abandonaba. Me disculpaba por ser buena para algunas cosas y minimizaba las fortalezas que Dios había puesto en mí.
Sin duda, a Dios le debe romper el corazón cuando permitimos que la vergüenza nos robe el sentido de valor.

Jesús entregó su vida para comprobar nuestro valor. Nuestro versículo clave nos dice, "gracias a sus heridas fuimos sanados". Jesús se manchó y arruinó por nosotros. Y gracias a su promesa, no tenemos que vivir con miedo ni sintiéndonos condenadas por cosas que hayan sucedido en nuestras vidas, ya sea que hayan sido por nuestra culpa o no.

Cuando acepté a Cristo como mi Salvador, acepté también ser libre de los fantasmas de mi pasado. Sin embargo, me debo recordar esto todos los días. Mis pensamientos deben centrarse en Jesús, de lo contrario es fácil regresar a la oscuridad de aquél garaje. Sí, aún 38 años más tarde, todavía tengo recuerdos recurrentes de lo que me pasó.

En esos momentos levanto los ojos al cielo y digo, "gracias a sus heridas fuimos sanados. Gracias, Jesús. Ya no estoy manchada ni arruinada. Estoy limpia, pura, y preciosa. El Sr. Parks ya no me tiene atada."
Mi último desafío en todo esto fue el más difícil: perdonar.

A diario afirmo el perdón de mis pecados a través de Jesús. Al hacerlo, me enfrento a la realidad de que tengo un llamado al perdón hacia los demás. "Sr. Parks, lo perdono. Entiendo que seguramente usted estaba enfermo y su corazón estaba manchado con el pecado. Espero y ruego que haya aceptado a Jesús antes de morirse. Lo que usted me hizo fue lo peor que alguien puede hacerle a una niñita. Quiero odiarlo. Sin embrago, odio a lo que me hizo, pero lo perdono a usted".

Solo puedo hacer esto con Jesús a mi lado. De otro modo, no puedo hacerlo.

Ya no creo estar manchada ni arruinada. Estoy limpia. Tengo valor. Jesús me liberó. "Gracias a sus heridas fuimos sanados". Lo creo. ¡Espero que tú también lo creas!

Amado Señor, te necesito cada día de mi vida. Recuérdame que tengo valor y borra las mentiras que como fantasmas me persiguen. Ayúdame a vivir en Tu plenitud. En el nombre de Jesús, Amén.

Pasos para la aplicación:

¿Esta lectura te ha impactado o tocado de una manera especial? ¿Existe una mancha en tu vida o un dolor en tu pasado de los que quisieras liberarte? Para encontrar libertad y comenzar a vivir una vida fuera de tu prisión personal, acompaña a Wally Nickerson en su estudio en línea “Descubre el gozo en medio de la oscuridad: El poder transformador de la historia divina”, Aventuras de fe.

Wally es miembro de Sabiduría con Salsa, una división de Proverbios 31. 

Si sufres debido a tu pasado, busca asesoría cristiana en tu zona.

Invierte al menos unos minutos cada día en leer la Palabra de Dios, Su Carta de Amor hacia ti. Comienza cada día diciendo, "Señor, gracias a ti estoy curada y tengo valor."

Recursos relacionados:

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Visita con Wally Nickerson en su página :
                                                                                                                                         
Puntos para reflexionar:

¿Hay algo en mi pasado que me impide vivir la vida según la intención de Dios?

¿Creo que Jesús me haya lavado y me haya dejado limpia?

Últimamente, ¿le he contado a alguien lo que Cristo ha hecho por mi?
                                                                                                                                     
 Versículos que te darán fuerza:
Deuteronomio 14:2, “Tú fuiste separado como pueblo santo para el SEÑOR tu Dios, y él te eligió entre todas las naciones del mundo, para que seas su tesoro especial.” (NTV)

Isaías 43:18-19, “»Pero olvida todo eso; no es nada comparado con lo que voy a hacer.
 Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía.” (NTV)


Isaías 45:3, “Pues yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. Yo di a Egipto como rescate por tu libertad; en tu lugar di a Etiopía y a Seba.” (NTV)

© 2010  de Melissa Taylor. Todos los derechos están reservados. 

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora 

Natasha Curtis  
                                                                                                                       Waleska Nickerson                                                                                                                   Veronica Young







1 comments:

Waleska dijo...

Hola amigas,

Si esta devoción les ha llegado al corazón de forma especial quiero invitarlas a que me acompañen en esta nueva aventura. En mi blog Aventuras de Fe, estoy ofreciendo un estudio Bíblico basado en el libro de Wendy Blight con su titulo en español “Descubre el gozo en medio de la oscuridad: El poder transformador de la historia divina”.

Estoy orando diariamente por todas ustedes y por las bendiciones que les proporcionará nuestro Señor. Cualquiera que sea tu circunstancia, este estudio Bíblico te puede ayudar. Y además nos tendrás a todas las del equipo de P31 dándoles la mano. Así que las veo en Aventuras de Fe!!!

Que Dios las bendiga,

Waleska Nickerson

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