lunes, 8 de agosto de 2011
Lysa TerKeurst                                                                                                                              Presidente de Proverbios 31, Ministerios para la mujer


"La boca del hombre recto pronuncia sabiduría, y su lengua habla de lo que es justo. La ley de Dios está en su corazón; sus pies no resbalar." Salmo 37:30-31 (NVI)

Lectura:

Creo que he descubierto uno de los mayores trucos que Satanás usa con nosotras para que entremos en tentación. 

"No es justo". No es justo que a otros parezca permitírseles tener esto, tener aquello, actuar de esta manera. 

No es justo que Dios no nos permita comer del fruto prohibido…un pequeño bocado no es malo, ¿cierto?

No es justo que no pueda comprar esa cartera nueva que deseo tanto…una pequeña deuda no es tan mala, ¿cierto?

No es justo que tenga este cuerpo, y cuidar todo lo que ingiere, mientras que mi vecina puede comer todo lo que quiere y se mantiene en la talla 4… un pedazo del pastel de queso no sería tan malo, ¿cierto? 

No es justo que no podemos tener sexo antes de casarnos cuando estamos tan enamorados…experimentar una vez no es tan malo, ¿cierto?
Nuestro cuerpo carnal se cree la mentira de Satanás de que no es justo que se nos retengan ciertas cosas. Así que tomamos un bocado del fruto prohibido y permitimos que Satanás escriba “vergüenza” en nuestro corazón. Una vez hayas probado del fruto prohibido, lo anhelarás mucho más de lo que lo anhelaste antes, y así darás más y más poder a la tentación. Y con poder suficiente, la tentación empieza a consumir nuestros pensamientos, redirigir nuestras acciones y exige nuestra adoración. La tentación no acepta muy bien el tener hambre. 

No sé lo que hoy te esté tentando; pero conozco personalmente este círculo vicioso y estoy aquí para darte la esperanza de que sí es posible superarlo. El solo escribir esa frase me da escalofríos. Hace solo un par de meses me preguntaba si alguna vez esto sería cierto para mí. 

Yo he estado en un plan de dieta muy estricto desde abril. Parte de ese plan es nada de azúcar en mi dieta. No suena tan malo hasta que te das cuenta de que hay azúcar en casi todo lo que nos gusta comer. Pan, pasta, papas, arroz y sin mencionar todas las cosas deliciosas de las panaderías. 

De seguro ha sido desafiante algunas veces; pero hace poco mientras estaba de vacaciones y veía a otros gozar de una gran cantidad de golosinas, empecé a tener lástima de mí misma y esas palabras se deslizaron en mi mente: "No es justo". En ese instante, me retorcí en mi silla y pensé, "sólo un pequeño bocado… tal vez dos… me he portado tan bien… estoy de vacaciones… y todo el mundo está disfrutando... 

¡AY, AY, QUÉ ESTÁS HACIENDO, LYSA! 

En ese momento de tentación extrema, me di cuenta de que tener lástima era un indicio de que estaba confiando en mi fuerza… una fuerza que me ha fallado antes y me fallaría otra vez. Tuve que aferrarme a la fuerza de Dios y la única manera de hacerlo fue invitar su poder a mi situación. 

Mentalmente le entregué mi situación a Dios, recitando verdades que había depositado en mi corazón. "Yo soy más que vencedora. No me dejes caer en la tentación, sino LÍBRAME del maligno. La ley de Dios está en su corazón; sus pies no resbalarán." 

Pronto, era hora de levantarme de la mesa y regresar a mi habitación. Y nunca me había sentido tan poderosa. Si hubiera dicho, “sí” en la primera noche de nuestras vacaciones, habría hecho muchas más concesiones en otras comidas. Una concesión tras otra equivale al fracaso. En cambio, resistir la tentación permitió que promesa tras promesa se edificaran en mi corazón, y eso es igual a poder del Espíritu Santo. 

Como dije antes, no sé con lo que pudieras estar luchando hoy, pero te puedo asegurar que Dios es justo y recto. Hay una razón por la cual debemos enfrentar esto. La lucha puede ser dolorosa en el momento, pero realiza algo magnífico dentro de nosotros. Santiago 1 nos promete: “Considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.”

Oh, querida hermana, ese es el grito de mi alma. Mis papilas gustativas mienten, mientras hacen reclamos vacíos para satisfacerme. Sólo perseverando con Dios me hará sentir realmente satisfecha, completa, sin que me falte nada. Sigue adelante, hermana. Sigue adelante.

Amado Señor, Ayúdame a ver mi sacrificio a la luz de tu verdad. La verdad es que este sacrificio es una parte necesaria de mí búsqueda de ti, el único y verdadero cumplimiento y satisfacción de mi cuerpo, mente y alma. Dame fuerzas, Señor. Recuérdame depender solo de tu verdad y tu Espíritu para que me den fuerzas a cada momento. En el nombre de Jesús, Amén. 

Pasos para la aplicación:

Escribe en tarjetas algunos de los versículos que Lysa ofrece aquí  y llévalas contigo siempre. Recítalas  una y otra vez cuando enfrentes tentación, y persevera en  resistir. 

Recursos relacionados:

Cuando compras algún recurso a través de los Ministerios Proverbios 31 dejas una hella en la eternidad porque tu compra apoya las diversas esferas que sin costo alguno ofrece este ministerio para dar esperanza. Quisiéramos competir con los precios que ofrecen los enormes almacenes que venden en línea, pero sencillamente no podemos hacerlo. Por lo tanto, agradecemos muchísimo todas y cada una de las compras que hagas con nosotros. ¡Gracias!


Puntos para reflexionar:

Qué significa esta declaración para ti, a nivel personal: "Una concesión tras otra equivale al fracaso. Pero promesa tras promesa es igual a éxito".

Versículos que te darán fuerza:

Santiago 1:15-16, “De esos deseos nacen los actos pecaminosos, y el pecado, cuando se deja crecer, da a luz la muerte.  Así que no se dejen engañar, mis amados hermanos.” (NTV) 

Salmos 73:26, “Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre.” (LBLA)

© 2011  de Lysa Terkeurst. Todos los derechos están reservados. 

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora 
Natasha Curtis                                                                                                             Waleska Nickerson                                                                                                                    Veronica Young

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