martes, 13 de septiembre de 2011
Amy Carroll
Miembro del Equipo de Proverbios 31 Ministerios para la mujer


 “A las ancianas, enséñales que sean reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la palabra de Dios.”  Tito 2:3-5 (NVI)

  
Lectura:

Ella ni siquiera sabía que yo la estaba mirando. Algunas amigas me habían dicho que una mujer en nuestra iglesia llamada Débora había decidido no hablar nunca negativamente de su esposo. Aunque amo a mi esposo verdaderamente y pienso que él es maravilloso, no es perfecto. Me preguntaba qué de malo tenía quejarme de él con algunas amigas y compañeras de trabajo que tenían mucho que decir de sus esposos.

El solo hecho de escuchar acerca del compromiso de Deborah desafió mi corazón. Comencé a observarlos, a ella y a su esposo, en busca de indicios de que eran diferentes. Y también comencé a escucharla cuidadosamente para ver si ella realmente hacía lo que había prometido. Y sí, realmente lo hacía, y los frutos de su fidelidad eran obvios. Débora y Juan llevaban  más tiempo de casados que yo. También tenían tres hermosos hijos, pero actuaban como si todavía estuvieran en su luna de miel. Su consagración no estaba manchada por la desconfianza y la amargura que causan el corazón crítico y los labios quejumbrosos.

Yo no lo he logrado de manera perfecta, pero ahora me detengo a mí misma cuando comienzo a “ventilar” o a quejarme acerca de mi esposo. Pienso en cuán mal me sentiría si entrara en una habitación y lo escuchara hablando mal de mí. Parece que las mujeres tienen más problema en cuanto a esto, pero yo pienso que Dios nos está llamando a tener un mayor autocontrol al respecto.

También he visto muchos frutos en mi matrimonio. Cuando hablo bien de mi esposo, empiezo a pensar bien de él. Él tiene tantas virtudes. ¿Por qué debo enfocarme en sus pequeñas imperfecciones? Alabar a mi esposo entre mis amigas, ayuda a que mi amor por el crezca y eso siempre es algo bueno. Además no tengo que preocuparme nunca más por algo que yo pueda decir y que le puedan contar a él.  

He llegado a creer fuertemente en algo que yo llamo “lo sagrado de nosotros.”  Nosotros tenemos un lazo que es más fuerte que cualquier lazo que yo tenga con cualquier otra persona. Hay cosas que solamente nosotros dos compartimos. Aunque me FASCINA HABLAR, no necesito contarle todas mis cosas a todo el mundo.

Si hay problemas entre nosotros dos, siempre puedo confiarle todo mi corazón a Dios, y la Escritura nos anima a hacer exactamente eso. También he cultivado la amistad con algunas mujeres de Dios que dicen la verdad y que aman a mi esposo tanto como me aman a mí. Ellas me escuchan, me dan un consejo guiado por Dios y me dicen pronto si soy yo la que está mal. Este tipo de mujeres son las únicas con las que debemos compartir nuestros problemas cuando necesitamos alguien con quien podamos orar y que nos ayude a resolver los problemas.

Decidamos tú y yo ser esa Débora entre nuestras amigas. Aun sin saberlo, ella cambió muchos de los matrimonios en nuestra iglesia, para bien. Yo deseo ser ese ejemplo de Dios para que el lazo entre mi esposo y yo sea más fuerte día a día pero también para que el mundo vea la diferencia y para que Dios sea glorificado.

Amado Dios, por favor, ayúdame a controlar mi lengua. Necesito tu ayuda para alabar a mi esposo en lugar de criticarlo o quejarme. En tiempos de crisis, recuérdame venir a ti en primer lugar. Trae mujeres de Dios a mi vida que se unan conmigo en este esfuerzo para que podamos animarnos unas a o nosotras. En el nombre de Jesús, amén.


Pasos para la aplicación:

Tenga cuidado con los temas que habla con sus amigas. ¿Qué tan a menudo la conversación tiene que ver con criticar a los esposos? Detente a ti misma cuando empieces a unírteles.

Cultiva amistades con otras mujeres que se han comprometido a hablar positivamente de sus esposos y ríndanse cuentas entre sí con gentileza y amor.

                                                                                                                                        
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Más recursos
 


Puntos para reflexionar:

¿Cómo quiero que mi esposo hable de mí?

¿Me mantengo yo en el mismo nivel?



Versículos que te darán fuerza:

Filipenses 2:14-15, “Háganlo todo sin quejas ni contiendas para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento.” (NVI)

Salmo 141:3, “SEÑOR, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios.” (NVI)

Santiago 1:26, “Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada.” (NVI)


© 2011  de Amy Carroll. Todos los derechos están reservados. 

Wendy Bello, editora 
Judith Hernandez
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