sábado, 23 de febrero de 2013


Melissa Taylor

“Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.”  Proverbios 22:6 (NVI)

Lectura:

“No me voy a unir a Facebook y no te voy a mandar mensajes de texto. Y tampoco me mandes mensajes. ¡Si me quieres decir algo, tendrás que hablarme directamente! Tus hijos ya no saben cómo tener conversaciones.”

“Pero abuelo, te estás perdiendo mucho de mi vida.”

El ceño fruncido del abuelo lo dijo todo: “No me importa.”

Esta conversación, la cual oí de pasada, me tuvo angustiada por días. Apuesto que al abuelo sí le importaba. Simplemente no sabía cómo relacionarse con su nieta, y la nueva tecnología probablemente lo espantaba. Tengo que admitir que a mí también me daba miedo al principio. No me gusta mucho el cambio.

Cuando mis hijos estaban más chicos, el desayuno consistía de una comida, una devoción, y una lectura de la Biblia juntos. Yo no trabajaba fuera de casa como lo hago ahora, así que tenía más tiempo disponible en la mañana.

¡Ahora tengo que asegurarme de que los niños están listos y yo también! Hay seis personas corriendo por la casa, peleando por dos baños, agarrando algo que comer rápido, y saliendo a las carreras por la puerta. Extraño el tiempo que pasaba enseñando a mis hijos lo que yo considero lo más importante: la Palabra de Dios.

Una noche, mientras veía a mi hijo ya adolescente mandando mensajes de texto a la velocidad de la luz en su celular, me pregunté: ¿Marcaría una diferencia si le mandara a mis hijos un versículo de la Biblia en un mensaje de texto todos los días? Descarté la idea pensando que sería tonto mandar un mensaje de texto cuando ellos deberían leer la Palabra de Dios por ellos mismos.

Pero entonces me acordé del abuelo, del rechazo a su nieta y la respuesta de ella. Yo no quería perderme de sus vidas como él lo estaba haciendo.

Enviarles un mensaje de texto a mis hijos cada día puede que no cambie radicalmente sus vidas, pero puede que sí. Me pregunto: ¿Jesús hubiese mandando mensajes de texto si estuviese aquí hoy?

Mientras estuvo en este mundo, Jesús usó el lenguaje que su audiencia entendía, dependiendo de dónde se encontrara y la cultura de esa área. Su propósito y su mensaje no cambió, pero su manera de entregarlo y su presentación sí. Jesús llegó a muchas personas en muchos lugares. Él caminó, montó a caballo, navegó, y enseñó en casas, montañas, banquetes y mesas.

Ha pasado un año desde que empecé a enviarles mensajes de texto con versículos de la Biblia a mis hijos. Generalmente recibo respuestas como “gracias” o a veces ningún comentario, pero a veces recibo un versículo de regreso. A todos les envío el mismo versículo para que, si la oportunidad surge, podamos discutirlo juntos.

Enviar mensajes de texto me conecta con mis hijos porque estoy hablando su propio lenguaje. El mensaje no ha cambiado, pero sí la forma de hacerlo llegar, con el propósito de hacerlo más efectivo para mí y mis hijos. Y para mayor alegría, algunas veces ellos reenvían el versículo a un amigo o dos.

Enviarles mensajes de texto a mis hijos puede no ser mi manera favorita de comunicarme, pero si así puedo llevar el ministerio a mis hijos, no me lo quiero perder. Es sólo una manera más en las que yo continúo “entrenando” a mis hijos.

Esta semana busquemos nuevas formas en las que podamos compartir la Palabra de Dios hablando el lenguaje de nuestros hijos.

Querido Dios, cambiar es difícil para mí, pero si hay alguna manera en la que tú quieres que cambie por el bien de alguien más, entonces lo intentaré. Con tu ayuda todo es posible. En el nombre de Jesús, amén.

Reflexionar y responder:
Piensa en una manera en la que puedas conectarte mejor con alguien en tu vida.

¿Eres terca como el abuelo, o servicial como Jesús?

Versículos poderosos:
Salmo 119:105, “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.” (NVI)

Proverbios 31:28-29, “Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba: «Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas.»” (NVI)

© 2013 de Melissa Taylor. Todos los derechos reservados. 

Van Walton. Directora del ministerio para latinas                                                                          Wendy Bello, editora                                                                                                                       Judith Hernández, la voz latina                                                                                                          Ana Stine                                                                                                                                    Natasha Curtis  
Waleska Nickerson                                                                                                                   Veronica Young                                                                                                                               Karina Córdova                                                                                                                                Cony Villareal                                                                                                                                                
\Diana Torres

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