lunes, 25 de febrero de 2013


Lysa TerKeurst

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” Efesios 2:10 (NVI)
         
Lectura:

Junté las bolsas del restaurante, suspiré, y las metí en el bote de basura que ya estaba lleno. Ese día una amiga me había mandado una receta en la que había que pelar, cortar y cocer a fuego lento. Me imaginaba su bote de basura lleno de cáscara de verduras y otras cosas que mostraban que en su cocina se hacían más delicias caseras que en la mía.

Y un hilito de culpa envolvió mi corazón.

A veces me siento más culpable por lo que no soy que agradecida por lo que sí soy.

Pero algo de dulce misericordia me esperaba en una heladería esa noche. Mi hija me había preguntado si podía ir a hablar a un pequeño grupo de estudio bíblico que ella estaba ayudando a organizar. “Mamá, creo que va a ir un montón de gente.”

Así que en vez de cocinar esa noche pedí comida para llevar. Una vez más. Y luego fui a la heladería con la chica cuyo corazón estaba lleno de emoción y expectativas.

Había gente por todos lados. Jóvenes. Invitados. Y padres. Casi 200 personas apretujadas adentro de la heladería y desbordándose hacia afuera. Mi hija sonrió.

Tomé el micrófono y hablé desde lo más profundo de mi corazón. Conté mi historia. Enseñé la verdad. Invite a la gente a dejar que Jesús fuese el Señor de sus corazones.

Y muchos que nunca lo habían hecho antes aceptaron a Dios esa noche. Una adolescente que había tratado de cometer suicidio el año pasado, se levantó y aceptó a Jesús. Un joven con lágrimas en sus ojos, se levantó y aceptó a Jesús. Una mamá y un papá se levantaron y aceptaron a Jesús… Junto a muchos otros.

En la heladería.

Con una mujer cuyo bote de basura estaba lleno de bolsas de comida para llevar.

Una mujer que no es la mejor cocinera, pero una mujer que quiere aprender a ser más agradecida por lo que es que culpable por lo que no es.

Quizá tú eres la amiga con las cáscaras de verduras en el bote de basura y humeantes delicias caseras en la mesa.

Celebra eso.

O quizá tú eres como yo. Y tus dones son menos sabrosos.

Celebra eso.

Y corta los hilos de la culpa con el filo de la misericordia.

Amado señor, tú me hiciste a tu imagen y eso es algo que parezco olvidar a diario. Por favor ayúdame a recordar cómo celebrar y vivir como la persona que tú creaste y no como yo quisiera ser. En el nombre de Jesús, Amén.

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Reflexionar y responder:
Como mujer, esposa o mamá, ¿qué te hace sentir culpable en tu vida diaria?

 “A veces me siento más culpable por lo que no soy que agradecida por lo que sí soy”. Esta es una declaración poderosamente honesta. Piensa en tres cosas acerca de ti que previamente hayas visto como negativas pero que ahora puedes celebrar.

Versículos poderosos:
Colosenses 3:17, “Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.” (NVI)

Salmo 139:13-14, “Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!” (NVI)

© 2013  de Lysa TerKeurst. Todos los derechos están reservados.  


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