sábado, 16 de marzo de 2013
Tracie Miles

“La ley de Dios fue entregada para que toda la gente se diera cuenta de la magnitud de su pecado, pero mientras más pecaba la gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios.” Romanos 5:20 (NTV)

Lectura:

Él apareció de la nada. Las luces azules brillaron justo en el momento en el que posé mis ojos sobre su intimidante camioneta.

Inmediatamente revisé el velocímetro, que confirmaba lo que el oficial de policía ya sabía: iba a exceso de velocidad. Una sensación de desasosiego golpeó mi estómago mientras me preparaba para recibir el castigo por mi involuntaria desobediencia a las leyes de tránsito.

Vi por el espejo retrovisor cómo la patrulla policíaca se acercaba sigilosamente detrás de mí. Con la licencia de conducir y mi matrícula en mano, mis dedos tamborileaban sobre el volante con irritación. Mi ceño fruncido crecía mientras impacientemente esperaba que el policía caminara hacia mi ventanilla. “Señora, la he detenido por exceso de velocidad. Su licencia de conducir y su matrícula, por favor.”

Entonces sucedió. Lo inesperado. Lo injustificado. Lo inmerecido.

El policía echó un vistazo adentro de mi coche y miró a mis pasajeros (incluyendo a mis tres hijos espantados en el asiento trasero). De pronto nos sorprendió a todos gritando un viejo saludo sureño a mi esposo y llamándolo por su nombre.

Al parecer habían crecido juntos y asistido a la misma iglesia, así que pasaron algunos minutos de amistoso reencuentro. El oficial me regresó mi licencia y matrícula y luego me sonrió. “Vaya más despacio, por favor, y que tengan un buen día.”

Nos quedamos estupefactos y todos dejamos salir un suspiro de alivio mientras nos alejábamos…despacio, debo añadir.

No había puesto atención a los señalamientos de tránsito. Mi culpa era obvia y no tenía excusa. Merecía sufrir las consecuencias, pero en vez de eso había recibido gracia.

La gracia es un favor o perdón inmerecido. Nosotros no podemos ganarla ni comprarla. Es algo que el dador nos confiere por la bondad y el amor de su corazón. La Biblia nos cuenta innumerables historias de personas que recibieron gracia, incluyendo prostitutas, cónyuges infieles, impostores, ladrones, mentirosos y más. Sus pecados merecían un castigo, pero cuando pidieron perdón a Dios, su gracia borró sus culpas. Ellos fueron tratados como infractores perdonados, justo como lo fui yo.

En el versículo de hoy el apóstol Pablo recuerda al pueblo de Corinto que a pesar de sus pecados Dios es bueno y el es Dador de gracia. Esto nos sirve como un recordatorio de que Dios no sólo nos ofrece su gracia, la ofrece en abundancia. Entre más necesitamos, más se nos da.

Aunque Dios odia el pecado porque nos separa de él y trae dolor a nuestras vidas, su gracia está disponible sin importar qué tan grande puede ser nuestra ofensa. Y cuando recibimos el perdón que nos fue dado mediante el sacrificio de su Hijo, y empezamos una relación con Jesucristo, entonces recibimos gracia, perdón y misericordia.

Por mucho que haya apreciado la gracia que el oficial de policía me dio ese día, no es nada en comparación a la gracia de Dios. Verás, la misericordia del oficial fue producto de su bondad, pero no provenía de un amor redentor. Fue misericordia por compasión, pero no la gracia capaz de salvar vidas como la misericordia de Jesús.

La verdad es que yo merecía una multa por conducir a exceso de velocidad ese día, pero en cambio fui perdonada. De la misma manera, aunque nosotros merecemos castigo por nuestros pecados, aun así se nos ofrecen el perdón y el favor de Dios… mediante el don de su gracia
inesperada, injustificada e inmerecida.

Querido Dios: gracias por el regalo inmerecido de tu gracia. Perdona mis pecados y cálmame con tu favor, incluso cuando no lo merezco.
Gracias por amarme tanto para perdonar mis errores. En el nombre de Jesús, amén.

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Reflexionar y responder:
Pídele a Dios que te perdone por tus pecados y cree de verdad que su gracia no tiene límites.

Piensa en la gracia de Dios que es ilimitada e inmerecida, e incluso así él nos la da. ¿Hay alguien a quien necesitas ofrecer tu gracia?

¿Necesitas confesar a Dios tus dudas y comprometerte a creer en su perdón incondicional, quizá por primera vez?

Versículos poderosos:
Efesios 2:8, “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios.” (NVI) *

Romanos 3:23, “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios.” (NVI) *

© 2013 de Tracie Miles. Todos los derechos están reservados.

Gracias por su ayuda editando este devocional:

Van Walton, Directora del ministerio para
Wendy Bello, editora
Judith Hernandez,la voz latina
Ana Stine
Natasha Curtis
Waleska Nickerson
Veronica Young
Karina Córdova
Cony Villareal
Diana Torres

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