miércoles, 2 de junio de 2010
por Micca Campbell
                                                                                            
Filipenses 3:8a,  "Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús,  mi Señor,.."       (LBLA) 

Lectura:

Si alguien examinara mi vida podría percibir, de acuerdo a lo que hago, que mi gran pasión es hablar a otros del amor de Dios. Tal vez pudieran determinar que mi más profundo anhelo es llegar a convertirme en la mejor esposa y madre posible. Algunos otros  concluirían que mi gran sueño es escribir verdades duraderas que ayuden a otros en su andar con Dios, incluso mucho después de que yo haya partido de este mundo.

Aunque todos estos sueños, junto con otros, encierran parte de mi corazón, mi mayor clamor es conocer a Dios…a nivel personal.

¿Es posible? ¿Puede una persona llegar a conocer a Dios íntimamente?  ¡Claro que sí! En realidad por eso fuimos creados, para tener una relación de amor continua con nuestro Señor y Rey.

Conocemos una enorme cantidad de personas a lo largo de nuestras vidas.  Algunas son muy especiales para nosotros: un profesor de la escuela quien nos ayudó a alcanzar nuestras metas, un tío o tía quien siempre estuvo a nuestro lado, ó quizás algún héroe de la niñez que admirábamos. Dos de las personas más influyentes y favoritas para nuestros hijos son nuestros amigos misioneros quienes sirven en África. Aunque es maravilloso conocer a gente especial como ellos, nuestro mayor privilegio es conocer a Dios.

Lamentablemente, la mayoría de las personas solo dan el primer paso al conocer  Dios cuando vienen  por “salvación”. Para ellos es suficiente que sus pecados estén perdonados y el cielo sea su futuro hogar mediante la muerte y la resurrección de Jesucristo. Si les preguntaras si conocen a Dios, la mayoría contestaría que sí.

No puedo evitar preguntarme: ¿cómo puede usted conocer al Consolador si nunca ha experimentado su consuelo? ¿Cómo sabe usted que Dios es el proveedor si ha decidido vivir su vida dependiendo de usted mismo? ¿Y cómo sabe que el Señor es nuestro ayudador y nuestro guía si nunca ha permitido que su mano lo guíe a través de la oscuridad de la tormenta? Usted no puede conocerlo verdaderamente si solo le ha permitido ser su Salvador. ¡Él tiene que ser su Todo!

Podemos tener todo el conocimiento intelectual que existe acerca de Dios y aún así no lo conocemos. Nuestras Biblias pueden estar marcadas de todos los colores y desgastadas por los bordes pero esto no significa necesariamente que estemos familiarizados con Dios a nivel personal. Esta clase de relación se da cuando confiamos en la Palabra de Dios en cada situación que se nos presenta y en cada detalle de nuestra vida, hasta que confiemos plenamente en que Él es fiel y verdadero.

Si a  lo largo de nuestra vida dependemos de nuestros propios recursos, nunca sabremos cuán maravilloso es nuestro Dios. Nunca sabremos que él anhela estar a nuestro lado y ser nuestra provisión. Dios solo se revela a sí mismo a los humildes, aquellos que honestamente lo buscan de todo corazón. Es en nuestra inutilidad que lo reconocemos como nuestra suficiencia, que descubrimos quién es el Señor. Al inclinarnos diariamente ante su majestad descubrimos la santidad, el poder y el amor de Dios, y la verdadera comunión con él.

Cuando comenzamos a depender del Señor como un niño depende de su padre, empezamos a comprender la naturaleza divina que hace que conocer a nuestro Dios sea un privilegio.

¿Tienes sed y pasión de conocer a Dios? ¡Díselo! Pasa tiempo con él en su Palabra y descubre sus magníficos atributos.

En breve descubriremos, al igual que el apóstol Pablo, que todo lo demás es basura en comparación con el privilegio de conocer a Dios.  ¡Él es el premio, la bendición de nuestras vidas y nuestro mayor tesoro!

Él ya nos conoce a ti y a mí. ¿Acaso no es hora de que lo conozcamos a él?


Amado Dios, confieso que conozco muy poco de ti. Crea en mi hambre y sed solo de ti. Te pido que conocerte se convierta en mi mayor deseo. Abre mis ojos mientras leo tu Palabra. Dame oídos para escucharte mientras oro. Revélate a mí y ayúdame a esperar pacientemente hasta que lo hagas.  En el nombre de Jesús, amén.

Pasos para la aplicación:


Comienza hoy mismo a buscar más de Dios. Escoge un lugar tranquilo en el cual encontrarte con él diariamente. Entonces, con tu Biblia, ora y pídele a Dios, por el poder del Espíritu Santo, que se manifieste a ti por medio de su Palabra. Anota cualquier versículo o pasaje que parezca saltar a tu vista. Medita en él y pídele a Dios que te muestre lo que él quiere que sepas a través de ese pasaje. Entonces aplícalo y obedécelo. ¡Dios se te está manifestando!

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Puntos para reflexionar:                                                                                                                                
¿Qué anhelas más, conocer a Dios o lo que él puede hacer por ti?

¿Te encuentras con Dios a diario para crecer en tu relación personal con él?

¿Consideras que conocer a Dios es el aspecto más importante de tu existencia?  ¿Por qué, ó por qué no?

¿Qué te impide conocer a Dios de manera más profunda?


Versículos que te darán fuerza:


Salmo 63:1, "O Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.” (NVI)

Isaías 26:9a, "Todo mi ser te desea por las noches;  por la mañana mi espíritu te busca.” (NVI)

Job 36:26, "¡He aquí, Dios es exaltado, y no le conocemos; el número de sus años es inescrutable!” (LBLA)

Oseas 6:6, "Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.”  (RVR 1960)

Proverbios 2:10, "La sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida.”  (NVI)

© 2010  de Micca Campbell. Todos los derechos están reservados.

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora
Judith Hernández 
Ana Stine 
Natasha Curtis

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