lunes, 2 de mayo de 2011
Melanie Chitwood                                                                                                                          Miembro del Equipo de conferencistas                                                                                              de Proverbios 31, Ministerios para la mujer

 “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.”  Génesis 2:24 (NVI)   
      
Lectura:

Cuando mi esposo y yo estábamos arreglando nuestra primera casa, Scott quería un televisor en nuestra habitación.  Según mis reglas, las teles no tienen lugar en los dormitorios.  Aunque él no entendía por qué yo tenía tanto problema con esa situación, Scott amablemente estuvo de acuerdo con mis preferencias. 

Al considerar “mi regla” sobre el televisor, me di cuenta que provenía de la forma en que me habían criado.  Éramos una familia de lectores que rara vez veía televisión;  por lo que yo esperaba que fuera igual en mi matrimonio.  Cuando mi esposo, que ama los deportes y a quien le encanta verlos por televisión, quiso un televisor en nuestra habitación, yo simplemente no entendía por qué era tan importante para él. 

Como toda pareja de casados descubre, cada uno de nosotros llega al matrimonio con sus propias costumbres y hábitos que provienen de nuestras familias de origen.  Es probable que esto se traduzca en diferencias. Mientras lees esto quizá puedas pensar en algunas de esas diferencias. 

Una pareja que conozco tuvo un conflicto por la decoración. Él quería decorar las paredes de la sala con sus trofeos de caza y recuerdos deportivos, como lo hacía la familia donde creció. Su esposa estaba segura de que uno o dos cuadros bonitos darían un toque de calidez y elegancia.  

Me vienen a la mente algunos otros ejemplos: tu familia comía frente al televisor mientras que la de tu esposo se sentaba a la mesa en la cocina. Tu familia veía fútbol todo el Día de Acción de Gracias mientras que la de él jugaba otros juegos. Tu familia era sentimental y guardaba las pequeñas cosas que traían recuerdos, pero la familia de tu esposo era implacable cuando se trataba de no dejar que las cosas se acumularan.  La familia de él no daba mucha importancia a los regalos de navidad, mientras que en tu familia todos los parientes recibían al menos un regalo. 

Estas son solo pequeñas cosas. Pero las pequeñas cosas pueden sumarse hasta convertirse en una división que amenaza la unidad de la que Dios quiere que el matrimonio disfrute.  El versículo de hoy ofrece soluciones a esta posible esfera separación.  Génesis 2:24 nos dice que la pareja de casados debe dejar “a su padre y a su madre.” 

Mientras que la interpretación más obvia de este versículo se refiere a dejarlos en el plano físico, también se refiere a un cambio de hábitos y costumbres.

Una vez casados, nuestros corazones necesitan cambiar de nuestras familias originales a nuestra nueva familia. La familia que creamos con nuestro esposo se convierte en nuestra relación central. Una forma de honrar este cambio en nuestra relación es abrazar nuevas costumbres, hábitos y tradiciones. 

¿Cómo es esto en nuestras vidas diarias? Para mí, significó estar abierta a tener un televisor en nuestro dormitorio, junto con muchos otros cambios grandes también.  La pareja joven con el conflicto de la decoración llegó a un acuerdo y colocaron los trofeos en el dormitorio pero en la sala ella determina la decoración.

Dios te mostrará qué cambios hacer y cómo hacerlos. A veces esto quiere decir adaptarnos a las costumbres de la familia de nuestro esposo. Otras veces significa crear tradiciones completamente nuevas para  atesorarlas como nuestras. 

Hacer cambios en la forma en la que hacemos las cosas es clave para fortalecer nuestro matrimonio.  Mientras negociamos este cambio en tradiciones, costumbres y hábitos, oremos para que experimentemos unidad y no división. 

Amado Dios, gracias por mi esposo y nuestro matrimonio. Revélame cualquier cosa que yo necesite dejar atrás, para que pueda unirme más a mi esposo. Ayúdanos a encontrar arreglos y nuevas tradiciones para fortalecernos juntos como familia. En el nombre de Jesús, Amén. 


Pasos para la aplicación:

Juntos, hagan un inventario de las “pequeñas” cosas de su vida de casados. Consideren cosas como tiempo familiar, salidas, la hora de comer, la decoración, el tiempo con otros familiares y las tradiciones de las festividades. Toma nota del punto en que tú y tu esposo necesitan llegar a un acuerdo para crear sus propias costumbres. 

Encuentra un equilibrio adecuado entre tu familia de origen y tu nueva familia. Habla con tu esposo de formas en las que pueden honrar a sus familias de origen, mientras que simultáneamente establecen su matrimonio como la relación central. 

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Puntos para reflexionar:

¿Hay algo que mi esposo haya querido, aun algo pequeño, que yo me haya resistido porque no está alineado con la forma en que a mí me criaron?

El tema de dejar y  separar en el matrimonio es realmente un problema del corazón. ¿Permito al Espíritu Santo examinar mi corazón y revelarme los aspectos en los  que necesito renunciar a mis antiguas costumbres?

Versículos que te darán fuerza:

Efesios 2:2,  “Llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento.” (NVI)

1 Pedro 3: 8, “En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.” (NVI)

© 2010  de Melanie Chitwood. Todos los derechos están reservados. 

Gracias por su ayuda en la traducción de este devocional.
Wendy Bello, editora 
Natasha Curtis                                                                                                                         Waleska Nickerson                                                                                                                                Veronica Young





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